UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 316

Levi sentía que se le saldría la baba mientras veía a Noémi prepararse para salir. Llevaba una camisa de algodón blanca y un pantalón de mezclilla desgastado, bajo una gabardina negra y botas altas. Levi le sonrió a su atuendo con aprobación y Noémi se contoneó hasta él.

—Estás pensando en si será fácil quitármelo ¿verdad? —murmuró y lo vio sonreír.

—¡Cómo me conoces! —murmuró él bajando la cabeza para encontrar sus labios con un beso fugaz.

—¿Nos vamos?

Los dos estaban listos para salir, pero si era honesto, Levi se sentía un poco coartado cuando ella se colgó de su brazo para caminar por la calle. Noémi reía, se detenía por café o por dulces, charlaba y le mostraba opciones que encontraba en su celular. Hasta que en cierto punto ella se detuvo.

—¿Te molesta que nos movamos tan cerca? —preguntó con suavidad.

Levi abrió mucho los ojos y pasó saliva.

—No... no es eso...

—Levi. ¿No quedamos en que no necesitamos mentirnos? —lo increpó y lo vio suspirar.

—No es eso, de verdad, es que... —respiró pesadamente y se mesó los cabellos—. Tú eres... importante. La gente aquí te conoce, ¿qué van a decir si te ven conmigo?

—La gente de aquí me conoce desde que soy una niña, aquí solo soy importante para mis padres, lo hermoso de Lucerna es que nadie me mira —sentenció ella—. Y si me miraran tampoco tendrían nada que decir, porque no permito que nadie opine en mi vida. Ahora si te preocupa lo que puedan decir sobre ti...

Levi ahogó una risa condescendiente.

—Solo podrían preguntarme cuánto estoy cobrando por ser tu toy boy —murmuró y Noémi se le acercó mordiéndose el labio inferior.

—¡Ilusos! ¡No saben que eres tan mal gigoló que todo lo que me haces... me lo haces gratis!

Los dos rompieron en carcajadas y Levi pasó un brazo sobre los hombros mientras Noémi le rodeaba la cintura y seguían caminando. Pasaron por varias casas, porque ella estaba empeñada en algo independiente.

—Quiero que no tengas vecinos molestos...

Noémi le detectó la cara de ilusión en un segundo, pero cuando el dueño le dijo el precio, supo que no se ajustaría a su presupuesto. Era mucho más caro de lo que habían planeado.

—Bueno, señor Muller, seamos sinceros, no hay muchos en Lucerna que puedan pagar tres mil francos por la renta de esta casa, y a juzgar por el polvo acumulado no ha logrado alquilarla en un buen tiempo ¿no es cierto?

El hombre hizo una mueca, pero no podía negar que así era.

—Comprendo que usted quiera ganar dinero, pero en el estado actual de la economía, creo que le sería mejor ganar el cincuenta por ciento de algo que el cien por ciento de nada. Así que le haré esta propuesta —le dijo con una sonrisa cómplice—. El señor Ferguson es padre soltero, por tanto usted está autorizado por hacienda a hacerle un descuento solidario en la renta. ¿Qué le parece si hacemos un contrato oficial por quinientos francos declarables al mes, y el señor Ferguson le entregará otros mil adicionales que pondrá amablemente en su buzón sin que nadie se entere?

El anciano abrió mucho los ojos. Mil quinientos francos no era todo lo que había esperado, pero si no tenía que declarar dos tercios de esa cantidad, entonces se acercaba mucho a una ganancia decente por la casa.

—¿El señor Ferguson está de acuerdo? —preguntó emocionado.

—Muy de acuerdo —sentenció Levi y de inmediato estrecharon las manos para cerrar el trato.

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