UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 325

—¿Listo para esta noche? —le preguntó Danna casi a la hora de cerrar.

—Sí, ya me entregaron el uniforme de los cuidadores, seré parte del equipo de seguridad, voy a estar subiendo y bajando a lo largo de la montaña para vigilar que no haya accidentes —le explicó Levi—. ¿Puedes con la tienda? Yo vendré a medianoche para la gran venta.

—Sí, claro, yo me ocupo —le aseguró Danna—. Bueno, me voy ya para regresar pronto.

Levi se despidió de ella y cuando cerró la puerta del frente sintió que un mensaje entraba a su celular. Lo leyó y de inmediato corrió hacia el almacén.

"Toc toc", decía nada más.

Abrió aquella puerta y una gatita en celo le saltó encima. Noémi estaba tan desesperada como él y las chispas saltaron en un segundo.

—¡No tengo mucho tiempo! —protestó ella mientras le quitaba el suéter y buscaba el calor que llevaba escondido bajo la bragueta.

—¡Tampoco voy a durar mucho! —murmuró él con un puchero que hizo que Noémi se derritiera en un segundo.

—¿Está bien si nos saltamos el juego previo?

Levi le quitó la blusa y se peleó con su pantalón hasta quitárselo de un tirón.

—Aquí solo hay tiempo para juegos reales nena —dijo dándole la vuelta para que apoyara las manos en la pared—. ¿Estás de acuerdo?

—Totalmente, señor Jefe —aceptó ella con un jadeo de necesidad.

Cuando terminaron Levi la vio tan desordenada, tan contenta... que no sabía cómo había podido vivir dos semanas sin escuchar su nombre salir en aquel tono de su boca.

Volver a separarse fue otro maldito martirio, pero no había otra opción. Noémi lo besó con frustración porque no quería irse, y él tampoco quería que ella se fuera, pero estaba tranquilo porque sabía que aquella sería la última vez que tendrían que esconderse.

Se fue a casa y dejó asegurado el cuidado del bebé con su niñera antes de darse un baño y ponerse el abrigo naranja que lo distinguía como uno de los asistentes de seguridad del evento.

De lejos vio a Noémi con su familia. Saludó a Danna y la dejó a cargo de la tienda, y luego comenzó su recorrido arriba y abajo por la montaña. Cinco horas pasarían todavía desde la inauguración del sendero iluminado hasta la venta de medianoche, y Levi se encargó de ayudar a varios hasta que le dio la vuelta a la ladera este de la montaña y bajó. Detrás lo estaba esperando su coche, y frente a él un camino de que se le hizo corto teniendo en cuenta la adrenalina que llevaba.

Poco después, cuando Axel Grimma entró a su ostentosa mansión de soltero, lo que lo recibió fue la punta de un bastón de esquí clavándose limpiamente en el cuero italiano de su zapato.

—Toc toc.

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