UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 347

—¿Estás bien, amore mio? ¿Qué pasa? —la interrogó.

—¡Este maldito celular que no está funcionando bien! —dijo echándolo a un lado—. Apenas lo enciendo y ya se está calentando mucho. ¿Qué se supone que haga?

—Dile que te duele la cabeza —respondió Nino y ella lo golpeó el hombro.

—¡Idiota!

—¡Pero me quieres!

Noémi no pudo evitar sonreír, asintiendo.

—Claro que te quiero...

—...Pero como amigos.

—¿Comes amigos? —murmuró ella.

—¡Idiota! —rio Nino.

—¡Pero me quieres!

—¡Y te como!

—Eso también —suspiró Noémi mientras él ponía en sus manos una copa de champán—. Gracias —murmuró llevando el frío líquido a sus labios.

Nino la observó unos segundos antes de acercarse y sentarse a su lado. El aire era fresco y el mar, tranquilo. Los dos bebieron en silencio, con sus miradas fijas en la línea del horizonte.

—¿Por qué no me dices la verdad, amore mio? Si somos amigos y me aprecias, ¿por qué no me dices la verdad?

Noémi se tensó en un segundo.

—¿De qué hablas, Nino?

—Estás enamorada del esquiador —sentenció él.

—Eso no viene al caso...

—¡Viene a todos los casos! Está bien si decidiste no retractarte de la palabra que me diste, pero no puedes retractarte de amar a una persona, sabes que no funciona así.

Noémi hizo un gesto para levantarse, pero la mano de Nino se cerró sobre su muñeca y la hizo quedarse sentada, mientras él se sentaba en el suelo frente a ella y apoyaba los antebrazos en sus rodillas.

—¡Lo siento, lo siento...! No suelo ser llorona, pero es como si todo lo que ha pasado... demonios, por fin pasó, por fin está todo bien... ni siquiera lo puedo creer... —intentó limpiarse las lágrimas y Nino le pasó un pañuelo.

—Es cierto, ya todo está bien, entonces ¿qué pasa, amore mio?

Noémi echó atrás la cabeza y la apoyó en su hombro. No le había contado aquello a nadie, ni siquiera a su hermana. Había cargado con el peso de aquella información por meses y jamás había pensado que la repetiría pero Nino tenía razón, Nino era su amigo, y si no la soltaba con él, entonces estallaría.

—Somos adoptadas... Chiara y yo —susurró por fin y Nino tuvo el buen tacto de acercarle la botella.

—¿En serio?

—Hace poco más de un año uno de mis hermanos señaló que Chiara y yo no nos parecíamos mucho físicamente a nuestros padres, así que me puse a investigar —añadió ella—. A Chiara y a mí nos dejaron en el mismo hospital donde nacimos. Nadie sabe quién es nuestra madre porque dio un nombre falso. De ahí fuimos a un orfanato y a las dos semanas mamá y papá nos adoptaron.

—Lo siento mucho —murmuró Nino.

—No hay nada que sentir. Tenemos la mejor familia del mundo —sonrió Noémi—. Somos Keller de los pies a la cabeza. Pero eso no cambia la forma en que me hizo sentir y uno tampoco puede retractarse de sus sentimientos. No quiero tener hijos que puedan terminar fuera de mis brazos.

—No tiene por qué ser así... —murmuró Nino y ella sonrió.

—Lo sé, pero para mí sí lo es —suspiró—. Puede parecer una decisión egoísta... pero también es algo que nunca va a cambiar.

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