UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 348

Un mes. Había pasado un mes desde que Noémi se había ido, y Levi miraba por la ventana de su nueva casa, rezando para que al día siguiente, cuando fuera de nuevo a la empresa, la asistente de Noémi le dijera que ya estaba de regreso.

Decirle a Oskar Larsen que no podía seguir entrenando a los muchachos en Noruega le había costado menos de lo que imaginaba, pero como el banquero estaba encaprichado con él su decisión fue simple: le mandó a los cinco chicos en un avión y les rentó otra mansión en otra pista de esquí en Suiza. Así que los entrenamientos seguían, el trabajo seguía, y él seguía esperando a Noémi.

Estaba precisamente a mitad de una de las pistas en el entrenamiento con los chicos, cuando le avisaron que lo estaban esperando en uno de los miradores de la montaña.

—¿Pasa algo? —preguntó al muchacho que había llegado a avisarle.

—Es el señor Larsen al parecer es algo importante porque llegó sin avisar.

—Claro, dile que ya vamos...

—No, los chicos pueden quedarse, solo quiere hablar contigo.

Levi asintió y terminó de descender en la montaña para luego subir de prisa en el teleférico. Oskar Larsen ya lo estaba esperando y miraba a todas las instalaciones con expresión concentrada.

—Señor Larsen, qué gusto verlo, pero me imagino que no vino por placer —dijo Levi extendiéndole la mano.

Oskar sonrió y la estrechó.

—No, en efecto —dijo el banquero, mirando los entrenamientos desde lejos—. Vine porque me ofrecieron un negocio increíble. Esta misma mañana me llamaron a Noruega para decirme que la empresa dueña de esta estación de esquí había quebrado y están ofreciendo la propiedad a un precio excelente. La oportunidad no se presenta todos los días y sabes que yo quiero acomodar a Isak. El chico está encantado aquí, él quiere quedarse, tú quieres quedarte. ¿Qué puede salir mal?

Levi se encogió de hombros porque aquello de las grandes inversiones no era lo suyo, ni siquiera sabía cuánto podía costar una estación completa como aquella.

—Bueno, ¿en qué puedo ayudarlo, señor Larsen?

—Pues mira, yo soy banquero, no deportista, así que tomé un vuelo urgente para venir a investigar, ver si realmente es un buen negocio, y para eso necesito me que digas: ¿qué tanto sirve esto? Desde el punto de vista deportivo ¿es una buena montaña?

Levi respiró hondo y se acercó al cristal del mirador.

—¿Quiere saber qué tan buenas son las pistas o qué tan buena es la estación?

Larsen sonrió con sorna, dinero para levantar un buen centro de entretenimiento era lo que a él le sobraba.

—¡Excelente! Entonces no haré perder el tiempo a nuestra analista de riesgos —exclamó Larsen palmeando emocionado—. Ya debe estar por llegar así que debes estar disponible para hacer los recorridos con ella. ¿No tienes problemas, verdad? Después de todo son viejos... conocidos.

Levi arrugó el ceño y estuvo a punto de preguntar quién era hasta que Larsen señaló a la puerta y él la vio entrar.

—Noémi... —balbuceó aturdido.

Había estado cuatro semanas desesperado por verla y ahora estaba allí, tan hermosa como siempre, con su cabello rubio desordenado y sus ojos grandes.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo mientras la veía taconear hacia ellos, seguida de su séquito de asistentes, con la misma confianza de siempre. La muchacha alargó su mano con gentileza y saludó.

—Señor Larsen, señor Ferguson. —Apenas su mano la tocó Levi sintió que se le aflojaban las rodillas—. Un placer volver a verlos.

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