Esta vez ya venía lista y la banda de asistentes no la acompañaba.
—Casi está todo listo, tenemos una propuesta excelente con una constructora conocida, y pueden hacerle aquí un resort familiar, de lujo, o deportivo, como usted lo elija —le dijo Noémi al magnate. Luego se giró hacia Levi y le tendió con la mano con un gesto que parecía tranquilo pero no lo era—. Señor Ferguson... ¿Cómo está?
Levi apretó su mano y ella contuvo el aliento. Seguía teniendo los mismos ojos de depredador y la misma sonrisa contagiosa.
—¿Nos vamos? —preguntó él y pocos minutos después llegaban a las potenciales pistas.
Se detuvieron en la cima de la montaña y Noemi miró alrededor, el sitio era hermoso, no tanto como su montaña de Lucerna pero...
—Aquí también hay secretos —le dijo Levi y ella lo miró sin comprender—. Allá tenías tu lago, pero esta montaña también tiene secretos. ¿Quieres conocerlos?
Noémi pasó saliva porque él se veía muy confiado.
—No vine aquí a divertirme, señor Ferguson.
—¿Ah no? ¡Qué aburrida! ¿Al menos eres capaz de tener aventuras todavía o ya le tienes miedo a las arañas? —la provocó él y Noémi sabía que solo quería recordarle la pequeña cabaña de Lucerna.
—Tengo muchas aventuras, señor Ferguson —replicó acercándose a él—. Pero solo con quien yo quiero.
Levi dio un paso hacia ella y se pegó a su cuerpo mientras de los dos comenzaba a desprenderse un calor que conocían muy bien.
—No voy a volver a equivocarme —aseguró y la vio fruncir el ceño, intrigada—. No voy a equivocarme nunca más, no voy a irme nunca más, me arrastraré montaña arriba y montaña abajo, de aquí a tu puerta ida y vuelta, de pie de rodillas, con muletas... pero no voy a desistir, no voy a detenerme, no me voy a alejar.
Noemi pestañeó despacio mientras intentaba negar.
—Levi...
—¡Te amo! —sentenció él con firmeza—. Nunca te lo dije antes, pero te amo. Y tú tampoco me lo dijiste así que no sé si tú me amas de vuelta, solo sé que no quiero estar sin ti de nuevo, y que voy a hacer lo que tenga que hacer para ganarme tu amor.
—¿Tú hiciste todo esto? —preguntó ella.
—Yo me volví loco con las rosas y mis chicos con el hielo, serán unos románticos perdidos —respondió Levi con sinceridad.
Noémi se acercó a varias flores y las admiró hasta que vio algo más.
—¿Y esto qué es? ¿Otra sorpresa? —preguntó acercándose al banderín y Levi sintió que su corazón se disparaba.
—¡No! ¡Sal de ahí! ¡Noe, sal de...!
—¡Aaaaaaah!
Fue solo un instante, un segundo en el que ella intentó retroceder y la nieve cedió bajo sus pies como si fuera hielo fino, enviándola al fondo de aquel pozo de nieve.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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