UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 356

Era un reto descarado, el problema era que Noémi no tenía con qué sostenerlo y Levi lo sabía. La conocía mejor de lo que había creído, y aquella cama calentita más todo el agotamiento que tenía acumulado le interrumpieron el discurso del orgullo feminista al minuto y medio, y a los dos minutos ya estaba roncando.

Él la arropó entre las mantas y se sentó en el borde de la cama, viéndola dormir. Afuera la tormenta apenas estaba empezando, así que pasarían todavía muchas horas hasta que ella pudiera irse. La dejó dormir y fue a tranquilizar a Larsen y a los chicos, que estaban en la biblioteca en plan celebración de la vida.

El primer whisky le reanimó hasta los pensamientos, y el tercero lo envalentonó. Pero realmente solo estaba feliz de que Noemi estuviera a salvo.

Pasó por Peter para llevarlo con él y sacó justo la ropa suya que sabía que le gustaba a Noémi. La tarde pasó rápido y como ella no parecía tener intenciones de despertarse para la cena, él hizo lo que mejor sabía. Le puso al bebé encima y Noémi abrió los ojos al sentir aquel hilo de baba en su mejilla.

—Ya te están saliendo los dientes, principito... —balbuceó ella con los ojos cerrados porque aun antes de abrirlos ya sabía quién era.

Lo escuchó reír y su corazón casi se detuvo, ahora ya reía y gorjeaba y había crecido muchísimo.

—Te odio —gruñó y Levi sabía que aquella pequeña frase era para él.

Noémi abrazó y besó a Peter, y se quedó en la cama remoloneando y jugando con el niño. Pasaron un rato así, mientras ella disfrutaba de todas las cosas nuevas que venían con el crecimiento del bebé. Ya se sentaba solito, ya tenía su juguete preferido y lo agarraba con seguridad.

Levi disfrutó la escena, pero finalmente tuvo que interrumpirla.

—¿No tienes hambre? Ya casi es de noche y no has comido nada en todo el día.

Ella levantó la mirada, un poco sorprendida por la pregunta porque realmente lo había olvidado hasta ese instante.

—Estoy muy cansada, pero comer algo realmente es una buena idea —murmuró.

—Bien, entonces ponte cómoda y alcánzame en la sala, que te llevo a cenar.

Levi cargó a Peter y salió del cuarto mientras ella se cambiaba. Sonrió cuando la vio salir con su pijama favorita, pero Noémi se hizo la desentendida y enseguida le quitó al bebé para seguir mimándolo.

Atravesaron el corredor y terminaron en la enorme cocina de la mansión.

—Normalmente tenemos una cocinera para la tropa de caníbales que están a mi cargo... —empezó a decir Levi y de repente alguien derrapó frente a la cocina.

Afuera la tormenta estaba en todo su apogeo. Adentro todos se sentaron alrededor de la barra de la cocina y Levi se puso un delantal, antes de apuntarles esta vez con el cuchillo de trinchar.

—Me deben una, dos, tres, cuatro, cinco cenas románticas —les advirtió a los chicos antes de girarse hacia Oskar—. Tú ya no sé ni lo que me debes.

—¿Una cervecita?

—¡Va!

—¡Yo también quiero! —declaró Noémi poniendo a Peter en su sillita de bebé y colocándose un delantal. Agarró el tenedor de trinchar y se giró hacia Levi—. Cocina de emergencia.

—¡Pasta! —dijeron al unísono y todos le hicieron coro mientras se preparaban para alimentar a la pequeña tropa.

Levi y Noémi se pusieron a trabajar de inmediato. Para los chicos fue un espectáculo ver como preparaban la mesa con tan solo algunas especias, ñoquis y salsa de tomate de casa. El aroma que salía de la cocina hizo que todos les dieran ánimos a los cocineros para que se apuraran.

Finalmente todo estuvo listo y se sentaron a cenar entre risas. Mientras los muchachos celebraban aquella comida italiana, Noémi le daba a Peter la papilla que había preparado para él.

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