UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 357

—Pero señorita, usted no está comiendo —protestó Isak.

—Claro que sí está comiendo... a ver di "Aaaaaa". —Antes de que Noémi pudiera protestar, Levi puso un tenedor con pasta en su boca y ella estaba colorada pero comiendo.

Noémi venía de una familia grande, así que estaba acostumbrada al revuelo, pero le causaba impresión que a Levi se le dieron tan bien los chicos cuando hasta ese momento él y Peter habían estado tan solos.

Los muchachos trataban al bebé como a un hermanito pequeño y a Levi como un entrenador respetado y un pseudo padre estricto, pero la verdad era que en aquella mansión reinaba la armonía.

Después de la cena se repartieron el helado de chocolate y los chicos se pusieron a hablar de las tragedias de su nueva preparatoria en Suiza. Así que al final de la noche Noémi se dio cuenta de que ya tenía la siguiente semana comprometida.

"Llevarlos a comprar ropa elegante para el baile de invierno"

"Ir al cine de chaperona"

"Pasearlos por la empresa porque no iban a esquiar para siempre"

"Conseguir un quiropráctico"

"Comprarles boletos para un concierto de Bon Jovi"

Miró la lista que había escrito en una servilleta de papel y Levi se inclinó sobre su hombro para mirar por qué ella reía.

—¿Qué pasa?

—Pues que yo dije que no quería tener hijos y tengo todo un itinerario de tareas que no sé ni cuándo haré —murmuró ella.

—¡Ufff! ¡Y te faltó la cita de Peter con el pediatra y acompañarme a comprar ropa interior porque casi se me acaba, y...!

Ella le restregó la nariz con la servilleta y él se la quitó para ponerla a un lado.

—Olvida eso, no tienes que hacer nada. Solo le gustaste mucho a los chicos y quieren involucrarte, pero sé que estás hasta el cuello de trabajo, yo me arreglaré con ellos —le dijo con suavidad mientras acariciaba la espaldita de Peter—. ¿Quieres dormirlo? —le preguntó—. Aunque ahora soy mejor que tú en esto, no sé si él quiera...

Pero apenas Noémi alargó los brazos el bebé se lanzó a ellos y se acurrucó sobre su pecho.

—¿Decías?

—¡Pequeño traidor! Siguen gustándote más esas Doble D que tu padre, ¿verdad? —lo acusó Levi, pero el bebé solo sonrió en el regazo de Noémi y él se acomodó en un sillón frente a ella.

—Pues ahora que se me acaba de ocurrir.

—¡Entonces duermo en el salón, Levi!

—¡Hay fantasmas!

Aquella era sin dudas la escusa más tonta que se le podía ocurrir, tanto que tuvo que reírse.

—¿Por qué no me dices directamente que quieres que me quede aquí? —lo increpó ella poniéndose seria y Levi pasó saliva.

—Porque si te pido que te quedes no será solo aquí —respondió él mirándola a los ojos y dando un paso hacia ella. De repente el calor entre los dos era palpable y el ambiente era tenso y cargado—. Si te pido que te quedes te lo pediré con todo eso que sé que no te gusta. Te lo pediré con la exclusividad, y el matrimonio, y la adopción de Peter y... —Respiró profundo y sacó la mano que hasta ese momento tenía apretada en su bolsillo—. Si te lo pido, te pediré que te quedes para siempre. —Abrió la mano y le enseñó aquel anillo, hermoso y delicado—. Y si me dices que no, tendré que secuestrarte.

Levi se detuvo justo cuando vio que Noémi dejaba de parpadear, petrificada.

—¿Te volviste loco? —susurró y él asintió.

—¿Esa es una vía libre para el secuestro?

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