Noémi golpeó a Levi con fuerza en un brazo, sorprendida por su declaración.
—¡¿Qué dijiste?! —Sus ojos se encontraron con los de él, y ella vio la sinceridad de su mirada—. Tú no te quieres la vida ¿verdad? ¡Después de todo lo que ha pasado, después de que me dejaste...! ¡¿Crees que te voy a perdonar tan fácil?!
Levi apretó los labios.
—No, sé que no va a ser fácil, pero yo no quiero perderte y tú no quieres que yo te pierda, o de lo contrario te habrías ido apenas bajamos de esa montaña, con tormenta, avalancha o volcán en erupción. ¿Piensas que no te creo capaz? —La miró con una mezcla de admiración y certeza—. Te amo, Noémi… Y quiero casarme contigo...
—No puedo hacer esto, Levi —respondió ella desesperadamente. Después de todo lo que pasó, ¿cómo puedes pensar que deberíamos intentarlo de nuevo...?
—¡Pues claro que deberíamos! —exclamó él acercándose y tomándola por los hombros—. Noe, cosas que nos jodan la vida siempre van a existir, después de lo que pasó con a madre de Peter yo juré que jamás dejaría entrar a nadie tan hondo en mi vida, ¡y aquí estás! Yo no quería intentarlo de nuevo, pero tú llegaste y me pasaste por encima porque eres un ciclón, y yo ni siquiera me di cuenta de cuánto te amaba hasta que ya era muy tarde.
Noémi entendió el dolor que había en la voz de Levi. Él también había pasado por mucho en el pasado.
—Noémi, lo entiendo —dijo Levi, su voz llena de culpa—. Sé que me equivoqué, pero eso no cambia los sentimientos que tengo por ti. Te amo, y no puedo perderte otra vez. Jamás pensé que volvería a sentir algo tan fuerte como el amor que siento por ti. Y no, no será fácil, todo lo que te pido es que te quedes por aquí, contemplando cómo me arrastro a tu alrededor como el gusanito desquerido que soy...
Noémi miró a Levi y apretó los labios porque el condenado seguía provocándole demasiada ternura.
—Sigue...
—Y te voy a poner a dormir y a comer rico...
—Ajá...
—Y te voy a hacer cosas innombrables...
—Entonces esfuérzate muy bien.
Los dos rieron mientras Levi la tumbaba sobre la alfombra y sus cuerpos se fundieron en un momento salvaje e intenso. Noémi sentía que estaba volviendo a vivir, volviendo a encontrar esa pasión que se había quedado en pausa, ardiendo meses atrás. Se abrazaron y rodaron por el suelo en una bola de fuego hasta que finalmente cayeron desnudos en la alfombra.
El concierto de gemidos, sudor y besos se levantó opacado por el sonido de la tormenta y Levi la sentó sobre él, dejando que ella tomara el control para guiarlos por aquel instante en que se perdían el uno en el otro. Acarició sus senos con manos abiertas y urgentes, y Noémi gritó de placer cuando lo sintió morder sobre uno de sus pezones.
Ella sabía que aquello no tenía fin, menos cuando sus caderas se movieron sobre aquella erección y Levi se adueñó de sus caderas. Empujó hacia adentro con fuerza, bajándola sobre su miembro de una vez y Noémi respiró entrecortadamente, intentando encajar en aquella pieza que era su otra mitad.
Se abrazó a su cuello, a sus hombros, hizo ancla en su boca y comenzó a moverse mientras él seguía hundiéndose en ella a su ritmo; haciéndola sentir un placer infinito. Levi enterró su cara en el cuello de Noémi mientras ella temblaba entre sus brazos. Podía sentirla apretar los dientes para no llegar al orgasmo antes de tiempo, pero cuando Levi la besó en los labios sintiendo cada centímetro de ella, fue demasiado.
El mundo alrededor había desaparecido y solo existían ellos, perdidos en aquel abrazo de lujuria y dulzura. Y Levi solo necesitó aquella liberación para dejarse ir tras ella a un paraíso perfecto y lleno de amor.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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