Caer sobre la alfombra fue lo más sencillo, no dejarse arrastrar por el sueño, fue la parte difícil, pero Levi había hecho aquella propuesta en serio y no estaba dispuesto a desistir.
—Cásate conmigo, Noe, por favor cásate conmigo, te prometo que voy a hacer que nunca te arrepientas de elegirme —le dijo levantándose sobre un codo y acariciando su rostro.
Noémi respiró profundamente mientras miraba los arcones del techo.
—Ahora no, señor Jefe. Pregúntamelo en diez años —le dijo con una sonrisa suave y Levi deslizó aquel anillo en su dedo sin importarle que no fuera el mejor diamante del mundo.
—Está bien para mí, si eso significa que pasaré contigo los próximos diez años —aseguró besándola en los labios—. ¿Qué es una década de vivir en pecado? Además los hombres casados no vamos al infierno, ya pagamos nuestro tiempo aquí...
—¡Oye!
Levi rompió en carcajadas y la abrazó y la besó hasta que el sueño por fin los venció. Sabía que venían tiempos difíciles por delante, pero ellos, a su extraña manera, habían encontrado su forma perfecta de estar juntos.
La noche pasó rápidamente, pero el mal clima todavía persistiría un par de días, así que Noémi se despertó para mirar por una ventana donde la nieve se arremolinaba y el cielo estaba oscurecido. Sintió los brazos de Levi rodeando su cuerpo y el olor penetrante y amargo del café recién hecho.
—Dime que no estás arrepentida —le suplicó él acariciando aquel anillo que tenía en el dedo.
—No —murmuró ella—. Solo... sé que todo va a cambiar a partir de ahora. Espero que podamos manejarlo.
—Tú y yo juntos, nena, podemos manejarlo todo.
¡Y esa era una linda esperanza! Porque realmente las cosas cambiaron y mucho.
El señor Larsen se quedó con aquella estación de esquí y eso significó un super contrato para el Asterion Bank y mucho, mucho trabajo para Noémi. Por supuesto que estando tan cerca de Zúrich, empezó a quedarse algunos días a la semana en la mansión y los otros Levi y Peter se quedaban en su departamento.
Pero en su departamento ella siempre terminaba trabajando, mientras que cuando iba a la mansión lograba descansar y disfrutar del bebé, así que eventualmente el departamento de Zúrich fue quedando completamente vacío.
Tres meses después la mansión era como un pequeño avispero a las ocho de la mañana, con una enorme tabla de tareas y pendientes en una pared del comedor.
—Isak, cariño, mañana iremos a ver universidades —le recordaba al chico mientras se bebía su café de la mañana—. Kendall, tu cita con esa chica, hasta las diez...
—Su cita es el sábado —la corrigió Levi, pasando a su lado y dándole un beso en la frente.
—Sí hay besos para ti, muchos muchos besos.
Levi suspiró cuando la vio salir. Aquellos habían sido los mejores tres meses de su vida, y aunque no habían anunciado a nadie que estaban juntos, Noémi no se quitaba aquel anillo que él le había dado.
La verdad era que aunque las cosas fueran realmente serias, preferían mantener la relación en secreto y en privado, o de lo contrario sabían que comenzaría el acoso. Y Noémi realmente estaba dispuesta a no decir nada de nada de nada... pero luego llegó el campeonato.
Los chicos ganando su primer trofeo. Levi llevándose un oro en la categoría individual, las entrevistas, las fotos, la baba... la procesión de admiradoras... aquella periodista que se apareció con su séquito de suspiradoras y a todas les preguntaba lo mismo: "¿No es lindo?"... mientras pasaban videos de Levi esquiando.
Y la verdad cuando la garrapata periodística aquella llegó con Levi y volvió a murmurar:
—Wow... qué lindooo.
Ella no se pudo aguantar.
—¿Sabes cuándo es más lindo? —preguntó Noémi mientras la cámara la enfocaba—. Cuando está sobre mí.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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