UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 363

Jhon había tenido muchas mujeres en su vida. No dejaba el corazón en cada puerto, pero ciertamente se daba su paseo por cada uno.

Sin embargo cuando Chiara Keller bajó del avión con elegancia, ella seguía pareciendo una reina y él se sentía como el caballero andante que se había echado al pozo de los cocodrilos para que ella llegara sana y salva al otro lado. Se apoyó en la puerta de aquel avión respirando entrecortadamente, con la corbata torcida, el pelo revuelto y las mejillas sonrojada porque habían estado apretadas entre aquellas dos piernas hasta el infinito y más allá.

Así que tenía que reconocerlo: ¡esa mujer sabía lo que quería y cómo lo quería!

No pasó mucho rato antes de que su equipo le diera la información que necesitaba para poder encontrar al hermano de Chiara. Sin mediar palabra se dirigieron al estacionamiento y enseguida encontraron un auto esperando por ellos.

Por suerte encontrar personas no era un problema para Jhon, así que pocas horas después estaban de regreso con Zack, volando hacia Lucerna. Zack se fue de inmediato al hospital a ver a Andrea, y Chiara se despidió de Jhon en la escalerilla.

—El avión te llevará de regreso a La Haya. Te agradezco sinceramente todo lo que hiciste por nosotros hoy.

Jhon asintió despacio, repasando con la vista las curvas deliciosas de sus labios y acercándose a ella. La había probado, pero eso era demasiado poco.

—Espero que tu cuñada mejore —le dijo. Luego sacó una tarjeta de su traje y se la entregó—. Vengo mucho por Europa, deberías llamarme alguna vez. Siempre voy a estar disponible para ti.

Chiara sonrió de medio lado y negó.

—Lo que pasa en el avión, cariño, se queda en el avión —dijo devolviendo la tarjeta a su bolsillo—. No te voy a llamar.

Y realmente no iba a hacerlo, porque estaba convencida de que enredarse con hombres como él era demasiado peligroso. Jhon se mordió los labios con una frustración y un deseo que no había sentido en años.

—¿Sí eres consciente de que tengo autoridad como para poner un satélite de vigilancia justo sobre tu casa? —la amenazó con tono ronco y sensual.

—Pues avísame cuando lo hagas, para hacerte topless en el tejado, y así me ve todo tu equipo de vigilancia —sonrió Chiara dejándole un beso coqueto en la comisura de los labios.

Se bajó del avión para ir a buscar su propio auto y Jhon suspiró cuando la vio perderse velozmente por la carretera.

—¡Listo, ya me enamoré! —sentenció—. No me conocía la vena masoquista pero es obvio que tengo una... sí, tengo una.

¡Y de que la tenía, la tenía! Porque la siguiente semana se encontró esperando una llamada que no llegó, a la siguiente también, y a la otra llamó directamente a Zack para preguntarle cómo estaba Andrea y si necesitaban algo. No se podía decir que Chiara no era una mujer de palabra, pero después de todo parecía que los Keller tenían una habilidad especial para meterse en problemas y no pasó demasiado tiempo hasta que una llamada de aquel número entró en su celular.

—¿Profesional como de trabajo, reina?

—Sí...

—¿Se metieron en líos de nuevo?

—Sí...

—¿Pues te pensarás que soy un experto en sacarlos de los problemas? ¿Llamas, me mandas y yo voy corriendo como si no tuviera nada que hacer? ¿Sin una triste recompensa, sin un cariño...?

—¡Mira Jhon, yo mando el avión y tú vienes! ¡Ya que estés aquí me lo haces hasta por las orejas pero por favor, ven! ¿De acuerdo?

—Estoy en Londres —respondió él de inmediato y no tenía ni idea de por qué, pero estaba a punto de hacer un bailecito de la victoria.

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