UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 365

Chiara rompió en una carcajada ligera y feliz mientras escuchaba a Jhon decir aquello.

—¿Te postulas para pareja? ¿En serio? —preguntó acariciando su rostro con suavidad—. ¿Como para cortejarme y todo eso? ¿A la antigua?

—Bueno... tan a la antigua no, no creo que tus padres acepten tres gallinas y una vaca por ti, pero...

Chiara lo golpeó en un hombro y él rascó su espalda con dedos ávidos.

—¡Me tienes loco! No me molesta reconocer que he pensado mucho en ti desde ese... vuelo a Nigeria —confesó—. Me gustaría volver a verte, Chiara.

Las palabras quedaron flotando en el aire por un momento, y Chiara no supo qué responder. Parecía tan serio y sincero, pero ella no pudo evitar sentirse un poco desconcertada. ¿De verdad la estaba invitando a salir... o solo a tener sexo más seguido?

—¿A qué te refieres cuando dices que te gustaría volver a verme? —preguntó sin cortarse ni un pelo—. ¿Quieres verme en mi casa y en mis reuniones familiares o quieres verme en tu hotel?

Jhon sonrió, y sus ojos parecían brillar con picardía. le gustaba que fuera directa y no perdiera tiempo en timideces que no pegaban con ninguno de los dos.

—En mi hotel, en tu casa, en un parque, con tu familia, de preferencia sin ella, en un cine. Me da igual, solo me gustaría volver a verte, y pasar más tiempo contigo. Creo que podría ser agradable, teniendo en cuenta que somos dos personas inteligentes y ocupadas y ninguno de los dos tendría mucho tiempo para eso tampoco.

Chiara se sorprendió aún más. No sabía qué responder.

—Bueno... tienes razón en algo: los dos tenemos vidas muy ocupadas. ¿Cómo podría funcionar?

—Sin forzarlo —respondió Jhon, con la voz llena de convicción—. Yo vendré cuando pueda y tú tengas tiempo, y si quieres tú puedes hacer lo mismo y yo te esperaré. Si estás dispuesta, claro.

Chiara dudó. No estaba segura de si debía hacerlo.

—Te gusto —declaró Jhon con seguridad—. Y tú me gusta mucho. Preferiría gastar el poco tiempo libre que tengo junto a una mujer que vale la pena. ¿No te pasa lo mismo?

Chiara sintió que algo revoloteaba en su estómago. Estaba acostumbrada a tratar con hombres seguros de sí mismos, pero definitivamente Jhon Hopkins era otro nivel.

—Creo que deberíamos irnos de aquí —murmuró y él no se lo hizo repetir.

Regresaron de vuelta al mejor hotel de Lucerna y Jhon se detuvo frente a la recepción.

—¿Te invito a subir por un café? —le sonrió y Chiara pasó los brazos alrededor de él.

—¿No tienes una mejor forma de desvelarme?

No hace falta contar cómo continuó la noche, solo que ninguno de los dos durmió hasta que el sol ya estaba saliendo. Chiara no acostumbraba a levantarse tarde ni a desayunar en la cama, así que se sorprendió un poco de sí misma cuando se encontró cruzada de piernas y arrebujada en una manta, bebiendo chocolate y haciéndole a Jhon todas las preguntas que había en el aire.

—¿Por qué solo quieres saber cosas interesantes y peligrosas? —Se quejó Jhon—. La gente normal pregunta por las mascotas o la comida favorita.

—Bueno, tú no tienes tiempo para atender a una mascota y tu comida favorita recién descubierta soy yo, así que contéstame lo que te pregunté. ¿Cómo te hiciste esta cicatriz?

Jhon miró el pequeño hoyo de bala que Chiara señalaba y negó.

—Eso es clasificado, si te dijera cómo me lo hice, tendría que matarte —respondió con un tono misterioso.

—¿Y esta? —preguntó Chiara por otra herida.

—Expansión precipitada —murmuró Chiara—. Traté de convencerlo pero no me hizo caso. Hipotecó los dos restaurantes que ya tenía para abrir otros seis, y ahora resulta que no puede pagar por ninguno de ellos.

Jhon asintió, comprendiendo la situación.

—¿Y se ha puesto... agresivo?

Chiara se encogió de hombros.

—Tenemos buena seguridad en la empresa, pero definitivamente es una pena cuando algo así pasa. Lo peor es que él no puede entender que ejecutáramos las hipotecas —suspiró—. Soy cercana a muchos de mis clientes, pero el trabajo es el trabajo.

—Al final resulta que no puedes tener amigos —le dijo Jhon—. Estar en una posición de poder siempre es difícil. La gente siempre quiere algo de ti.

Chiara le sonrió por un segundo y dejaron atrás esos temas escabrosos para hablar de cualquier trivialidad que no les cambiara el buen ánimo.

Cuando bajaron de la montaña esa noche Jhon no tuvo más remedio que hacer su maleta y Chiara se sentó cómodamente a mirarlo. Luego lo llevó al aeropuerto e insistió en devolverlo a Londres en el mismo avión privado en que lo había traído.

—El deber llama —murmuró él despidiéndose y ella le dio un último abrazo.

—La próxima vez que estés en Londres, llámame. ¿Quién sabe? Quizás tenga algunos días libres —le insinuó Chiara de forma coqueta.

Jhon bajó la cabeza para encontrar su boca en un beso fugaz y subió la escalerilla con paso firme. La vio irse sin mirar atrás y se dijo que estaban bien, era algo sin nombre con potencial para ser muy interesante. Y aunque estaba seguro de que no debía tomar responsabilidades sobre ella, no puedo hacer a un lado aquella corazonada y apenas las puertas se cerraron cuando él sacó su teléfono y llamó a uno de sus agentes.

—Necesito toda la información disponible sobre Heston Darroze... Sí... La quiero para "ayer".

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD