Jhon llegó a su departamento cansado y enojado después de todo un día de amenazar, suplicar, y por último meterse a la fuerza en la oficina de Noémi
—¡Tienes que decirme dónde está!
Ya había pasado una semana y lo que Jhon sentía iba más allá de la simple desesperación.
—Vete de aquí, Jhon.
—¡Tengo que verla, Noemi! ¡Tengo que sacarla de ahí! Por favor ayúdame a verla, a encontrarla...!
—¡Es que no acabas de entenderlo, Jhon! —replicó su ex cuñada—. ¡Chiara no quiere verte! Eres la persona que más confió en el mundo, y por tu culpa nuestra familia está al borde de la bancarrota, vamos a perder el trabajo de toda la vida de mi padre y ella está presa. ¡Por tu culpa! Si no eres capaz de ver todo lo que ocasionaste, entonces eres peor de lo que pensaba. Por favor vete de aquí. No voy a decirte dónde está mi hermana a menos que ella misma me lo pida.
Jhon salió de allí con el corazón latiéndole desbocado. Se sentía confundido y desorientado. Podía usar otros métodos, podía mandar a seguir a Noémi hasta que ella lo guiara hacia Chiara, porque sabía que tarde o temprano iría a visitarla, pero eso podía ser un unos días o unos meses, y él no podía esperar.
Sin embargo era muy claro que sin mover sus verdaderas influencias no lo lograría. Así que decidió regresar a Londres para buscarla.
Al llegar a la ciudad, Jhon fue directamente a la oficina donde trabajaba y se acercó a uno de sus muchachos.
—Billy, esto es urgente. Necesito que me localices a Chiara Keller. Está en una de las prisiones de seguridad mínima, necesito que me consigas su ubicación a como dé lugar.
—Claro jefe, enseguida —accedió el muchacho.
Estaba a punto de entrar a su oficina cuando una asistente de la agencia se acercó a él.
—Señor... el director general quiere verlo.
Jhon enmudeció de la sorpresa. ¿El director general? ¿Allí?
—¿Cómo que no? —preguntó el Director—. El subdirector anterior me dijo que estabas interesado en el ascenso...
—¡Él estaba interesado en el ascenso y en manipularme para conseguirlo! —replicó Jhon—. Pero no puedo seguir culpándolo porque yo también caí en el juego. Y no me diga que no sabe de lo que estoy hablando, porque estoy convencido de que está al tanto de lo sucedido con Franco Garibaldi. —Durante un momento el director y él se miraron fijamente y entonces Jhon lo comprendió: aquello era una compensación por lo que había pasado, y él no necesitaba eso—. Ya le he dado demasiado a esta agencia. Ya fue suficiente para mí.
Se metió una mano en el traje y sacó un documento que puso sobre la mesa.
—Ha sido un honor servir, señor —murmuró mientras el Director palidecía al abrir el sobre y encontrar una carta de renuncia.
—No... no puedes hacer esto, Jhon... —dijo al ver que se dirigía a la puerta—. ¡Todos hacemos sacrificios por la agencia!
Jhon se dio la vuelta en el umbral y le sonrió con tristeza.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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