—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse.
Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses.
—Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de mínima seguridad, hemos entrado en peores lugares.
—Ya lo sé —murmuró Billy, que lo había asistido en misiones mucho más peligrosas—. Pero... bueno... ¿por qué no le da más tiempo? ¡Es evidente que su mujer está dolida y no es por gusto! ¡A lo mejor solo necesita estar sola un tiempo!
Jhon negó con insistencia.
—No puedo darle un tiempo, muchacho. Mi hijo viene en camino, y si no arreglo esto cuanto antes nacerá con otro padre o peor, sin ninguno, y yo me lo tendré merecido por no insistir.
Y como era obvio que no lograrían convencerlo, sus amigos y subordinados se dedicaron a apoyarlo como mejor podían.
Para las doce de la noche todos estaban atentos a las cámaras. Gracias a la infiltración de Speedy habían logrado intervenir la mayoría, así que Billy solo tuvo que poner algunas de ellas en bucle y Jhon tuvo el camino libre con el cambio de guardia.
Escalar o descolgarse por el muro de cinco metros no fue un problema, subir al segundo piso donde estaba la habitación de Chiara tampoco... el cristal antibalas sí le dio trabajo, pero solo era una demora necesaria.
Jhon sintió que el corazón le latía con fuerza cuando entró y la vio allí, dormida en aquel sofá mientras abrazaba el cuerpo. Los ojos del hombre se llenaron de lágrimas, pero no pudo hacer otra cosa que agacharse frente a ella y observarla de cerca.
Estaba pálida y ojerosa, el bebé le estaba provocando un primer trimestre difícil y una de las cosas que más le dolían a Jhon era no poder estar ahí con ella para ayudarla y cuidarla. Le apartó un mechón de cabello con suavidad y se quedó allí, escuchándola respirar cansada mientras soñaba algo probablemente triste.
Jhon miró alrededor, tomó el libro que había sobre la mesa y que ella estaba leyendo y sacó una pluma que llevaba en el bolsillo. Miró el capítulo que estaba marcado y en el siguiente, al final del texto, escribió unas palabras.
No era suficiente estar allí, quería abrazarla, besarla, protegerla, pero sabía que si Chiara despertaba y lo veía allí, lo odiaría aún más. Así que le dio un beso fugaz en la frente y salió de allí tan silenciosamente como había entrado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
When reading the parts containing images accompanied by random words, it feels really uncomfortable. Perhaps I and many readers will leave this website....