UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 56

Resumo de Capítulo 0056: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0056 – Capítulo essencial de UN BEBÉ PARA NAVIDAD por Day Torres

O capítulo Capítulo 0056 é um dos momentos mais intensos da obra UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrita por Day Torres. Com elementos marcantes do gênero Romántica, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.

Andrea respiró hondo y Zack la sintió hacer un gesto tentativo para alcanzar su boca. Sus labios se unieron en una espiral de cansancio, deseo y ganas de olvidar, y él gruñó mientras apretaba aquel cuerpo mojado contra el suyo, haciéndola arquearse y acomodarse a su pecho.

Por un instante todo lo demás se olvidó, y solo quedaron ellos en aquella bañera, mientras el calor crecía a cada segundo y Zack sentía que aquella erección feroz despertaba en él.

Ella se aferró a su cuello y le besó la barbilla, los hombros, mordisqueándole la clavícula y restregando su nariz contra sus tatuajes.

—Das ganas de comerte —susurró dominada por el deseo.

Zack gruñó entre dientes, separándola de él solo para verla, para admirar esa belleza salvaje y hacerla suya.

—En dos segundos lo estarás haciendo —le advirtió sintiendo que él también se podía excitar con solo mirarla.

Enseguida el agua se volvió caliente. Zack la sentó sobre sus piernas y la sostuvo con fuerza mientras jugaba con su cuerpo, como si fuera un territorio desconocido.

Su boca cayó sobre los pechos de Andrea, haciéndola soltar un gemido de placer. La besó y lamió, y cuando sus labios se estrellaron contra los de ella, Andrea se abrazó a su cuello y encajó aquella embestida sin gritar.

Zack se estremeció, tomándola con fuerza ella gimió cerrando los ojos, sintiendo cómo se le hacía agua la boca al sentir aquel cuerpazo mojado poseyéndola.

—Andrea... —susurró contra aquella boca sedienta, mientras ella movía sus caderas sobre él una y otra vez.

Por un momento Andrea dejó de respirar y su cuerpo se tensó contra el de Zack mientras él devoraba su boca, hambriento y ansioso, al tiempo que sus dedos se hundían en su piel dejando marcas cargadas de deseo.

—¿Te gusta? —murmuró rozando el cuello de Andrea con los labios.

—De aquí a la luna, ida y vuelta —musitó Andrea contra sus labios—. Me gustas con locura.

Zack levantó la cabeza y la miró a los ojos mientras sus movimientos se hacían más rápidos y estallaban en un clímax perfecto y hermoso.

—Tú eres todo lo que necesito —murmuró él acunándola en sus brazos cuando por fin recuperaron el aliento—. Me estaría volviendo loco si no estuvieras aquí conmigo.

Y aunque ella no le creyera era cierto. El último año había sido muy duro para Zack en todos los sentidos. La empresa iba viento en popa, pero desde que había ocurrido lo de Giselle, sentía como si un pedazo importante de su vida estuviera faltando.

Sin embargo todo se solucionaba solo con estar con ella, con acariciarla, con abrazarla, con tenerla allí, rodeándolo con sus brazos aunque fuera en silencio.

Los días que siguieron no fueron los más felices del mundo. Solo faltaban tres para Navidad y Luana parecía haber puesto al señor Nikola al tanto de lo que estaban haciendo las gemelas, así que el pobre señor estaba intentando disimular su tristeza, aunque no con mucho éxito.

Por suerte, parecía que Adriana tenía un don especial para hacer felices a la gente a su alrededor, porque apenas se ponía a jugar con ella se sentía mejor.

Andrea, por su parte, ayudó a la señora Luana a meter a toda la familia en el espíritu navideño y muy pronto se vieron envueltos en cenas, concursos de villancicos y regalos. Precisamente había salido toda la familia a buscar uno especial para el señor Nikola, y Andrea se entretenía frente al cristal de un escaparate cuando aquella llamada entró a su teléfono. No conocía el número, pero apenas escuchó aquella voz cuando se quedó paralizada.

—Amor, ¿qué está pasando? —preguntó asustado y Andrea casi pudo imaginar el estallido del otro lado de la línea.

—¿"Amor"? ¿Quién carajo es ese, Andy? ¿Tienes a otro?

Pero ella solo apretó el teléfono hasta que sus nudillos se pusieron blancos.

—¡Púdrete, Mason!

—¡Ten mucho cuidado, Andy! ¡La niña también es mi hija, no me hagas usarla! —gruñó Mason y Andrea le colgó de inmediato mientras una angustia que no era capaz de explicar se apoderaba de ella.

—¿¡Dónde está Adriana!? —gritó desesperada—. ¡Zack, ¿dónde está mi hija?!

Él sintió que se le ponía el corazón en la boca y señaló a una tienda cruzando la calle.

—Con Loan en la juguetería, pero...

No le dio tiempo a detenerla. En un instante Andrea corría hacia allá con el corazón desbocado, sin fijarse en nada... ni siquiera en ese auto que se acercaba a toda velocidad.

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