UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 89

Resumo de Capítulo 0089: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo do capítulo Capítulo 0089 do livro UN BEBÉ PARA NAVIDAD de Day Torres

Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 0089, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance UN BEBÉ PARA NAVIDAD. Com a escrita envolvente de Day Torres, esta obra-prima do gênero Romántica continua a emocionar e surpreender a cada página.

Andrea sentía que el mundo se estaba derrumbando sobre ella. Se apretaba las manos en el regazo haciendo acopio de fuerzas para no ponerse a gritar.

—¿Cómo... cómo supiste que Adriana estaba en el hospital? —le preguntó a Zack.

—Ben acaba de avisarme. Le pedí que estuviera pendiente de Adriana y al parecer el mismo Mason se encargó de avisar que la beba se había puesto mal... aparentemente porque no te pudo localizar a ti.

Los ojos de Andrea se llenaron de lágrimas mientras Zack conducía a toda velocidad.

—¡Eso es mentira, ni siquiera tengo una llamada suya! —gruñó ella con impotencia—. ¿Te dijo...? ¿Te dijo qué pasó?

—No, solo que fue admitida en urgencias —murmuró Zack, tomando una de sus manos y apretándola con un gesto tranquilizador que a ella no le sirvió para nada.

Veinte minutos después, cerca de las once de la noche ya, corrían por los pasillos del hospital hasta llegar al escritorio de Urgencias.

—¡Adriana Brand... es mi hija! —exclamó deteniéndose frente a él y la enfermera de guardia tecleó con rapidez.

—Cubículo siete, por el pasillo a la derecha.

Andrea y Zack corrieron hacia allá y en el mismo momento en que Mason intentó salirles al paso, ella lo echó a un lado.

—¡A buenas horas llegas! —gruñó Mason.

—Llego cuando tengo que llegar —espetó ella acercándose a Adriana, que estaba llorando en un cunero. A su lado un doctor la revisaba todavía—. ¿Qué es lo que tiene?

—Creemos que son cólicos... pero también tiene vómitos y... bueno hay que hacerle más exámenes para descartar...

—Ella es intolerante a la lactosa —se apresuró Andrea y el médico miró a Mason con confusión.

—El padre de la niña no nos dijo.

—¡Maldición, Mason! ¿¡Cómo se te pudo pasar decirle eso al médico!? —gruñó Andrea.

—¡Oye, ese es tu trabajo, no el mío! ¡Si no hubieras estado por ahí revolcándote con tu jefe esto no habría pasado! —le escupió Mason.

Para cuando regresó ya les habían dado a la autorización de llevarse a la bebé y ellos parecían estar discutiendo por eso.

—¡Permitiste que se enfermara! —siseaba Andrea—. Al menos déjame llevármela esta noche, necesita que la cuiden, me necesita a mí...

—Pues si no hubieras estado de paseíto con tu amante la niña no estaría mal —espetó Mason.

—¿Y eso qué quiere decir? ¿Que la enfermera a la que estás acusando de negligente le va a dar a volver a dar leche mala cada vez que me vaya? —reclamó Andrea—. ¡Es que no quiero ni pensarlo, Mason, pero tú sabías! ¡TE lo dije muchas veces y a tu enfermera también! ¡Se los dije, que Adriana era intolerante a la lactosa! ¡No quiero ni pensar que la hayas enfermado a propósito solo para... para...!

Andrea sintió que las lágrimas le subían a los ojos porque por la expresión de Mason se notaba que era capaz de eso y más.

—Te lo dije, Andy —gruñó acercándose a ella mientras la veía estrechar a la bebé con un gesto protector—. Te dije que ibas a acabar viniendo conmigo de una forma o de otra. O dejas a tu jefe y vienes conmigo...

—¡No voy a volver contigo nunca!

—¡Entonces eres la peor madre del mundo! ¡Prefieres tu libertad y andar follándote a tu jefe que velar por la salud de tu hija! —escupió él con desprecio.

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