Resumo de Capítulo 0092 – UN BEBÉ PARA NAVIDAD por Day Torres
Em Capítulo 0092, um capítulo marcante do aclamado romance de Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de UN BEBÉ PARA NAVIDAD.
Andrea ni se lo hizo repetir, salió apresurada y en cuanto llegó a la calle Zack le abrió la puerta trasera de la camioneta para que se subiera.
—No se preocupe. Tenemos el turno de la noche en esta zona —dijeron los oficiales estrechando la mano de Zack—. Podemos darnos una vuelta siempre que haga falta.
Le dejaron sus números y Zack les agradeció antes de llevarse a Andrea de allí. Llegaron al edificio de la empresa y Zack se aseguró de que los vieran entrar, solo para que al idiota de Mason no se le ocurriera molestar. Sin embargo quince minutos después cambiaban de auto en el estacionamiento del edificio y salían en el coche de Ben.
—¿Esto no traerá problemas? —preguntó Andrea preocupada.
—No, ya lo consulté con Gazca. La orden del juez no indica que no puedas sacar a Adriana de la guardería, solo debemos asegurarnos de llevarla antes de las cinco —respondió Zack—. Además tú tienes que descansar, todavía nos quedan unas cuantas noches sin dormir.
Pasaron por el departamento de Andrea, pero Zack no la dejó quedarse.
—Solo recoge lo que necesites, no vas a quedarte en un sitio que no fue aprobado. Al menos hoy vamos a mi departamento. Mañana ya veremos —le dijo y Andrea estaba tan cansada que solo recogió lo elemental en una bolsa de mano y fue con él sin protestar.
El departamento de Zack estaba tan pulcro como siempre y apenas entraron Zack le quitó a Adriana de los brazos.
—Listo, esta princesa hermosa venga conmigo que le voy a hacer cariñitos y su mamá a bañarse que huele a chivo —sonrió haciéndole muecas a la nena que enseguida se estaba riendo con él.
—Oye, más respeto —protestó Andrea.
—Cierto, perdón... a chiva entonces.
—¡Muy gracioso! —rezongó ella pero un segundo después él la empujó hacia el baño y Andrea se metió bajo la ducha como si el agua pudiera llevarse todo lo malo.
Ya había un desayuno listo cuando salió y Zack aprovechó que ella estaba comiendo con ganas para bañarse también.
—Bien, ahora a la cama —sentenció quince minutos después cuando la vio limpiar su plato.
—Todavía no te ganas eso, Zack, no te emociones.
—A dormir, Andrea, tienes que dormir —aclaró él poniendo los ojos en blanco y cargando a Adriana—. Sabemos que esta noche de nuevo vas a estar allá, y de nuevo vas a pasar la noche en vela.
Andrea suspiró con impotencia.
—Tú tampoco has dormido nada —murmuró.
—Por eso no te preocupes, que a mí me llegan refuerzos en un rato —declaró él con seguridad y la vio asentir sin convicción.
Andrea de verdad quería salir de todo aquello por sí sola, pero era como pedirle a dios que la salvara de una tormenta en medio del mar y rechazar todas las balsas. Si Zack tenía que ser su balsa en aquel momento entonces que así fuera.
Se acurrucó en su cama y el cansancio le pasó factura. A veces medio despertaba aturdida y sentía el peso de Zack acostándose junto a ella o la manito de Adriana tirando de su cabello, pero no lograba abrir los ojos.
—Los refuerzos —recordó y lo vio asentir—. ¿Ellos... saben?
—Sí, ya lo saben todo —dijo Zack con un gesto de confianza—. Y están aquí para ayudar.
—Exacto, todavía no hay algo que los chicos Keller no podamos resolver —sonrió Loan.
Andrea asintió, no sabía si más inquieta o más aliviada, pero lo cierto fue que cuando Mason pasó a buscarla al edificio de oficinas una hora después, no fue solo Zack el que lo siguió. Tres camionetas y una patrulla se estacionaron esa noche frente a la mansión y Andrea volvió a trabar su puerta por dentro mientras escuchaba a Mason lanzar improperios y romper cosas en la planta baja.
—Tenemos que cambiar la estrategia —dijo Milo después del tercer café de esa madrugada—. No podemos acampar aquí todas las noches.
—¡Pues yo no me voy a ir a ningún lado! Ya deberías saberlo —rezongó Zack.
—Lo sé, y no estoy diciendo que nos vayamos, pero Milo lleva razón, tenemos que mejorar nuestra posición —sentenció Loan, porque en dos días comenzarán problemas mayores.
Zack arrugó el ceño girándose hacia él.
—¿De qué hablas? ¿Qué problemas? —lo increpó.
—En dos días será sábado —le advirtió Milo—. No trabajo, no guardería, no orden judicial para sacarlas de esa casa.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: UN BEBÉ PARA NAVIDAD
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