UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 97

Resumo de Capítulo 0097: UN BEBÉ PARA NAVIDAD

Resumo de Capítulo 0097 – UN BEBÉ PARA NAVIDAD por Day Torres

Em Capítulo 0097, um capítulo marcante do aclamado romance de Romántica UN BEBÉ PARA NAVIDAD, escrito por Day Torres, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de UN BEBÉ PARA NAVIDAD.

Zack la miró dormir. A su modo agotado y nervioso era perfecta, y verla descansar entre sus brazos le daba al menos un poquito de paz en medio de aquella tormenta. Quedarse con las ganas, por otro lado, era un castigo autoimpuesto que sabía que se merecía y que en cierta forma estaba disfrutando también. Esperó a que casi amaneciera y salió con el mismo sigilo con el que había entrado.

Debían ya ser las ocho de la mañana cuando Mason daba vueltas por la cocina como un león enjaulado. ¿Pero qué diablos pasaba con Andrea? ¿Pretendía hacerle huelga de hambre?

Estuvo rumiando su molestia hasta que la vio bajar con la bebé y acomodarla en su cochecito.

—¿Te parece que estoy jugando, Andy? —gruñó acercándose, sin saludar siquiera, y ella apretó los dientes.

—No sé a qué te refieres, y créeme que tampoco me interesa —respondió.

Mason se acercó a ella y la agarró por un brazo, sacudiéndola.

—¡Estás en mi casa! ¡Eres mi mujer! ¿¡Hasta cuándo piensas seguir con esta ridiculez de encerrarte por la noche con la niña!? —le espetó furioso.

—Hasta el día en que me la lleve de esta casa.

—¡Eso no va a pasar, Andrea! ¡Tú de aquí no vas a salir nunca más, así que no te hagas ilusiones! —la amenazó y Andrea le regaló una sonrisa cansada.

—Si vamos a hacer esto todas las mañanas me puedo aprender algunas líneas de memoria —replicó ella—. Ahora con tu permiso, vamos a salir.

—¡Tú no puedes salir! ¡Es fin de semana! ¡No es día de guardería, no puedes sacar a la niña de aquí sin mi permiso! —gruñó él.

—Pues al parecer no lo necesito, basta con que me dé permiso un juez —respondió ella pasando a su lado para dirigirse a la puerta.

Y antes de que él pudiera reaccionar ya se escuchaban los golpes del otro lado.

—Departamento de policía de Vancouver. Abra la puerta, señor Lee.

Mason pasó por todos los colores del arcoíris mientras apretaba los dientes por ver de nuevo al par de policías en su umbral.

—¡¿Y ahora qué?! —gruñó—. ¿Tienen complejo de despertadores ustedes? ¡Es sábado, no hay guardería!

O´Grady puso su mejor sonrisa fingida y asintió.

—Comprendemos, señor Lee, pero la señora Brand tiene autorización del juez para sacar a su hija en fines de semana a lugares autorizados.

—¿Qué cosa? —rugió Mason.

—Tomarlos por sorpresa. No darles más tiempo para prepararse.

—¡Pero la apelación es en dos semanas, y tiene que ponerla ella! —exclamó Mason.

—No si nosotros metemos otra demanda primero, ya se me ocurrirá por qué —dijo el abogado y cada uno se puso a buscar un buen motivo por el que conseguir la custodia permanente de la niña.

Por su parte, Zack se sentía aliviado por tenerlas en casa y a salvo.

—Igual tiene que regresar en la noche, pero al menos es una tranquilidad que estén con ustedes por más tiempo —aseguró Byren.

Andrea intentó descansar mientras los tíos disfrutaban de su sobrina, pero tenía un mal presentimiento que no lograba arrancarse. Mason la había mirado esa mañana como si ya hubiera alcanzado su límite, como si estuviera dispuesto a todo. Y parecía que no era la única que estaba preocupada.

—Esto no me gusta, sería más lógico que nos hubiera destrozado las camionetas con un palo de hockey —sentenció Loan—. Algo debe estar tramando.

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