–¿Quieres bailar? –le preguntó el pelinegro luego de acercarse ya decidido en dejar las miraditas, Kim lo miró de cerca, el chico era mucho más alto que él, se veía como un activo bastante indomable, por ello tuvo cierto miedo de aceptar, ya que, en su cumpleaños planeaba dar y no recibir.
Hoy era su día, no sabía si era buena idea aceptar la propuesta de aquel chico o buscar a otro más sumiso, sin embargo, aceptó creyendo que aquel chico le dejaría llegar a tal punto de recibir lo que Kim tenía para él.
Los amigos de Kim lo miraron, luego miraron a Kim quien no dejaba de mirarlo a los ojos sin responderle, entonces uno de ellos respondió por Kim como si este necesitara ayuda para hablar, el pelinegro sonrió llevándose a Kim tras escuchar de parte de sus amigos que le encantaría bailar en la terraza, para su suerte no había nadie, la música sonaba con fuerza, podrían bailar con facilidad, sin embargo, no lo hicieron tras conversar sobre la fiesta y del calor que hacía en aquella terraza, el pelinegro compró una botella de licor fuerte para beber mientras hablaban, incluso para impresionarlo tras ser bastante caro, o al menos eso sintió Kim y simplemente aceptó, el ambiente entre ambos no tardó en volverse más suelto, ellos hablaban sin pudor alguno hasta que Kim ya un poco borracho le pidió al pelinegro si podía chupársela.
Kim estaba caliente, el pelinegro no sabía si debía aceptar una mamada así sin más, sin embargo, lo hizo consiguiendo poner a Kim de rodillas entre sus piernas mientras su cuerpo se erizaba con una sensación de calor, Kim succionaba, lamía, saboreaba e incluso besaba el miembro erecto del pelinegro sintiéndose excitado tras estar allí al descubierto, claro que también le llamaba la atención la forma en la que su cuerpo reaccionaba a medida que chupaba, llegó a creer que se podría correr con tan sólo chupar el pene de aquel pelinegro.
Era extraño, la manera en la que el pelinegro enredaba sus dedos en el cabello de Kim lo hacía sentir cosas que antes no había sentido, le estaba gustando el modo en la que lo tocaba y cabe mencionar que aquellos suspiros un poco roncos lo excitaban el doble, los consideraba demasiado masculinos, así que cada vez quería oír más, hasta conseguir que el pelinegro se corriera cuando usó su mano.
–D-De nada...– respondió cubriendo sus ojos con su antebrazo sintiéndose avergonzado– simplemente se siente muy bien...– confesó sintiendo como el tamaño del pene de aquel pelinegro incrementaba.
–Y eso que aún no he comenzado...– le dijo el pelinegro dándole tan fuerte que Kim llegó al orgasmo muchas veces seguidas, se sentía bien, pero sabía que no duraría aquel momento para siempre.
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