La vida de Ethan Whote era perfecta: un matrimonio consolidado con una mujer hermosa a quien amaba profundamente, una empresa prestigiosa a cargo que le generaba montos de seis cifras semanales en su cuenta bancaria y la alegría, de que pronto, nacería su primer hijo. Todo eso era suficientes para que Ethan se sintiera un hombre privilegiado y feliz.
—¿Cómo te sientes? —Le preguntó a su esposa Jane, sujetando su mano con ternura.
—Un poco nerviosa —contestó ella, acostada en la camilla, acariciando su barriga.
—No te preocupes. Todo va a estar bien, en pocas horas tú, nuestro pequeño Oliver y yo estaremos juntos como una gran familia.
Ella asintió, sonriendo levemente, mientras él besaba su frente con ternura.
—Tengo miedo, Et.
—No te preocupes, yo estaré aquí.
El médico interrumpió la tierna escena y el enfermero dirigió la camilla hacia dentro de la sala fría del quirófano. Ethan entró junto a ella, aunque intentaba sonreír, él también estaba nervioso.
El equipo médico dio inicio a la operación ante la mirada atónita de Ethan, quien presenciaba con aspaviento, por primera vez, una delicada cirugía como aquella. En tanto, Jane aunque no podía ver el procedimiento quirúrgico, se notaba algo ansiosa. Sostenía la mano de su abnegado esposo con fuerza. Mas, había algo dentro de ella que le preocupaba. Algo que no sé había atrevido a decirle a su esposo.
El médico levantó la piel del abdomen y sujetó a la criatura, mas el llanto del recién nacido al ser recibido en el mundo exterior, no se escuchó a pesar de que se movía y estaba respirando.
Ethan frunció el entrecejo, se acercó al médico y le preguntó en voz baja, casi inaudible por el pequeño.
—¿Qué ocurre, doctor?
El hombre negó con la cabeza, mientras Jane observaba en silencio, lo que tanto había temido, su peor pesadilla parecía haberse hecho realidad.
—El niño presenta una condición especial, tiene síndrome de Down. —afirmó con absoluta convicción.
—¿Qué dice? Pero eso no puede ser —murmuró con asombro.
—¿Qué ocurre, Et? —intervino Jane con voz temblorosa, mientras intentaba apoyarse en sus codos e incorporarse, pero una de las enfermeras se lo impidió.
—Debe calmarse, aún la cirugía no termina.
El médico le entregó a la criatura, a la enfermera para que lo llevara hasta el área neonatal mientras, terminaban el procedimiento de la cesárea.
Aunque Ethan permaneció al lado de Jane, su mente estaba en otro lugar. Mil pensamientos viajaban por su mente, tratando de aceptar aquella realidad, intentando entender que había pasado.
¿Por qué su hijo había nacido enfermo?
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