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Una curvy para el Alfa romance Capítulo 215

Sebastián

Meses después

—¡Henry, Mariela!— veía a mi mate contenta recibiéndolos con besos.

Siempre era una fiesta cuando todos nos reencontrábamos, pero ahora ellos volvían con Mariela embarazada que caminaba con dificultad.

—¡Ahora pronto Nathan vas a tener con quién jugar! ¡Y tienen que conocer a la pequeña de David y Andrea, es preciosa!— decía Tati sonriente, consintiendo a los recién llegados.

—¡Hey! Nuestro pequeño tiene alguien con quien jugar, ¡yo!— decía yo sonriendo.

—Sebastián no suelta al niño, se lo lleva a todas partes, tiene solo unos meses y ya conoce todo el bosque y prácticamente a todos en la manada— decía ella sonriente y todo se reían.

—Nunca es demasiado temprano para que Nathan conozca como ser un verdadero alfa, bueno, amable, fuerte y que sepa de su manada y su gente— explicaba yo y ella se acercaba a darme un beso.

—Tal como su papá…— me decía con cariño y juro que me derretía.

No era mentira, mi pequeño era muy especial, yo ya lo sabía, y por nada del mundo iba a permitir que cometiera los errores de su padre, de su abuelo y de seguro varias generaciones atrás.

Habíamos armado unas grandes mesas y las colocábamos en el centro de la manada y todos nos reuníamos a comer y a celebrar. Habían pasado ya meses desde que teníamos algún ataque, todo lo contrario, cada vez venían más personas queriendo unirse a nuestra manada.

A lo lejos llegaban rumores de peleas entre manadas y de que poco a poco iba extinguiéndose las semillas del horror que había sembrado Marco.

Xavier venía poco, Marina nos daba cada vez más detalles de batallas con los aliados que quedaban de Marco. Ninguno encontraba a su mate, y los problemas de afuera parecían pues… lejanos.

—Escuché que en Lobo Gris estás construyendo un área de refugiados, especialmente para los rogues— le preguntaba a Henry y él me contaba con todos detalles, había sido una idea genial.

—Eso y en conjunto con las reuniones con humanos... los lobos vamos a crecer y vamos a hacernos cada vez más fuertes, protegiendo a todos— explicaba él. Un lobo esperando un hijo solo pensaba en su mate, y en proteger, proteger y proteger.

Solo faltaba Xavier y Fabrizio, a veces extrañaba esos momentos en que nos reunimos a hacer planes. Pero no cambiaría esta felicidad por nada del mundo.

—Ha sido un día largo... —decía ella acurrucada a mi lado mientras veíamos por quién sabe cual cantidad de veces La bella y la bestia.

Siempre nos hacía sentir en casa. Nuestro hogar era todo lo que habíamos deseado, las puertas siempre abiertas para todos. Tenía mi familia, mi manada, mi hijo, mi bella Luna ¿Qué más se podía pedir?

No dejaba de asombrarme de tenerla realmente a mi lado, de que esto no era una ilusión, de que realmente muchas cosas malas habían pasado, pero ella estaba conmigo... y siempre sería así hasta el último de mis días.

—Creo que el pequeño está llorando... —dice ella somnolienta.

—Deja que yo me encargue de él... creo que mi mamá lo ha estado consintiendo demasiado y ahora tenemos que cargar con las consecuencias— decía yo y ella se reía. Yo la cargaba hasta nuestro cuarto y le quitaba la bata, deleitándome en sus curvas bajo su camisón.

—Estás cada vez más hermosa y seductora mi Luna… juro por la diosa que cada vez creo que es imposible… pero no… me haces perder la cabeza— digo jadeando. Ella parece despertarse del todo y me acerca a ella para darme un beso que me deja mareado.

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