Una curvy para el Alfa romance Capítulo 216

—Pues… ¿Qué te parece si haces dormir a nuestro pequeño y precioso alfa… y yo te espero aquí… con mucho más de esto?— dice ella pasando sus manos por mi pecho y yo la beso contra la cama, apretando su trasero y escuchando sus suaves gemidos.

—Demonios… realmente eres mi perdición…— digo jadeando.

—Y tu la mía…— dice mordiéndose el labio.

Yo la veía, aparentemente inocente, pero juro por lo más sagrado que esta mujer me volvía loco. No había nadie más para mí. Podría estar vestida con una bolsa de papel e igual me haría temblar.

Claro que mejor se ve sin nada. Y pensar que decían que ella no era suficiente… una pobre humana, una débil, se atrevían a maltratarla. Domina territorios… y es mi reina indiscutible.

—Te recomiendo que descanses un poco… lo vas a necesitar... mi preciosa Luna— decía y besaba el anillo en su mano y sentía sus ojos en mí, paseando su mirada por toda mi figura.

—Bien… mi niño, a dormir— decía en voz alta.

Me acercaba a la habitación del pequeño, mi hijo sin duda me esperaba, el cuarto estaba lleno de juguetes y pintado con varios lobos, montañas y árboles. Era su pequeño territorio.

—¿Supongo que todo esto es para que yo venga contigo no es cierto? —el pequeño dejaba de llorar y se reía. Lo cargaba en mis brazos y él se calmaba.

—Parece que no quieres dormir... —él negaba con la cabeza.

Era impresionante como cada vez me parecía que era más parecido a ella, solo tenía de mí unos ojos grandes y azules. El resto era Tatiana, el cabello y especialmente esa sonrisa que adoraba.

—Vamos a dar un paseo... pero no le digas nada a mamá, siempre dice que me la paso contigo y te llevo donde no debería— le digo y él sacude sus manos, balbuceando como si quisiera decirme algo.

Me imaginaba en el futuro tener importantes conversaciones con él, específicamente de cómo llevar la manada, que persiguiera sus sueños y que podría lograr todo lo que deseara.

Iba caminando por la manada de noche, meciéndolo para que se durmiera, cuando de repente ya había llegado casi al bosque y lo llevaba a la casa del árbol, sin duda uno de sus lugares favoritos.