PDV Teresa
Gire mi mirada y
pude ver a Tomas con su erección apuntando en mi dirección, los nervios
empezaron a invadirme.
—E-espera Tomas
—finalmente pude hablar.
Tomas no hizo
caso a mis palabras y en su lugar vi como bajo su rostro hacia mis nalgas, instantes
después sentí sus labios besándome allí abajo.
Me había subido
la falda que tenía hasta arriba, dejando ese lugar expuesto.
Sus labios
estaban tibios, y al sentirlos temblé un poco, movió sus labios alrededor de
mis nalgas mientras seguía besándome y subiendo hasta que llego hasta arriba en
la punta.
Después de eso
finalmente separo sus labios de esa zona.
Mi cuerpo seguía
temblando un poco, Tomas miro en mi dirección y nuestras miradas se
encontraron.
Quise decirle
algo, pero antes de eso este último uso una de sus manos y me tomo por mi
cabello.
Para cuando me di
cuenta, había usado su mano para echar mi rostro contra el sofá.
Esta posición me
recordó a la vez cuando tuvimos sexo hace casi 3 meses atrás en el club.
En ese momento
Tomas me había puesto en una posición similar a la cual estaba en estos
momentos.
Sabía lo que
venía a continuación, y sentir el miembro de Tomas rozando mi trasero no hizo
sino confirmar lo que pensaba.
Ya estaba a punto
de llegar hasta el final.
Sentí su otra
mano abriendo mis nalgas, estaba abriendo el camino, moviendo la pantaleta que tenía
a un lado para que nada lo obstruyera.
— ¡Espera Tomas!
—le grite.
Tuve que hacer un
poco de fuerza para poder separar mi boca del sofá, Tomas había echado mi
rostro contra este y casi no me deja hablar.
— ¿Qué pasa
Teresa? —me pregunto.
—Quita tu mano
para que pueda mirarte.
—Está bien —me
dijo mientras me quitaba su mano de la parte trasera de mi cabeza.
Cuando su mano
abandono ese lugar, finalmente pude girarme para poder mirarlos a los ojos,
pude ver que su miembro ya estaba por entrar, estaba muy cerca de mí.
Por poco no lo
hago a tiempo…
— ¿Qué es lo que
pasa Teresa? —parecía confundido al decirme esto último.
—Primero aleja
“eso” de mi trasero Tomas.
— ¿Por qué? ¿Qué
ocurre?
—Tomas, no vine
aquí para tener sexo contigo en tu sofá.
—Lo sé, pero creí
que tu…
—Y además Tomas
¿No recuerdas el contrato que firmamos?
—Sí, lo recuerdo
bien.
—Entonces sabes
que no podemos hacerlo por ahora, tienes que esperar.
— ¿Estás hablando
en serio?
—Si Tomas, muy en
serio.
—Pero Teresa.
—Tomas, tú fuiste
el que hizo ese acuerdo, no yo, yo solo lo estoy cumpliendo.
— ¿Y no se puede
hacer una excepción?
—Hasta donde leí,
tu no dejaste lugar para excepciones Tomas ¿Lo olvidaste? No puedo hacerlo,
tienes que esperar.
—Ese acuerdo fue
para mantener tu virginidad… pero tú ya no eres virgen aquí atrás ¿No podemos
al menos hacerlo por allí?
Ese tonto fetiche
que tienen estos 2… ¿Qué fue lo que les paso a ambos que no les gusta hacerlo
por delante? ¿Por qué solo por atrás? ¿Están traumados o qué?
—No Tomas,
recuerda que tu pusiste nada de sexo, ni por delante ni por atrás, tú fuiste el
que lo hizo, no yo, solo estoy cumpliendo con lo que me hiciste firmar.
—Teresa…
—Si quieres
hacerlo, espera hasta que se acabe el acuerdo, solo queda poco menos de 2
semanas Tomas, espérate hasta entonces, no vamos a hacerlo antes, ni por delante
ni por atrás.
— ¿Y me vas a
dejar así nada más? —me dijo Tomas mientras adelantaba su erección.
Me divirtió un
poco el que dijera eso en estos momentos.
—Debiste pensar
en eso cuando redactaste ese acuerdo Tomas, no dejaste espacio para tener
algunas flexibilidades, lidia con eso.
—No debiste
entonces “emocionarme” de ese modo Teresa, tú también tienes culpa de esto, y
me tienes que compensar, no vas a dejarme solo así nada más.
¿Qué fue lo que
dijo?
— ¿Qué dijiste
Tomas? —le pregunte.
—Te dije que me tienes
que compensar por esto Teresa.
— ¿Estás hablando
en serio?
—Muy en serio —después
de decirme esto último, Tomas se levantó y se sentó en el sofá.
Lo mire extrañada
unos momentos antes de levantarme y acomodarme en el sofá mientras me bajaba la
falda.
—Sera mejor que
no te la bajes Teresa.
— ¿Qué?
—Quítate la falda
—me dijo mientras nos mirábamos.
¿Quitármela? ¿No
le había dicho que no íbamos a tener sexo?
—Tomas, ya te
dije que no voy acostarme contigo aquí ¿No me escuchaste?
—Te escuche bien
Teresa.
— ¿Entonces para qué
quieres que me quite la falda que tengo?
—Solo hazlo, te
dije que me ibas a compensar por lo que hiciste.
— ¿Qué estas
planeando hacer?
Eso de
compensarlo me daba mucho que pensar ¿Para qué quería que me quitara la falda?
No podíamos tener sexo de ninguna forma, ni oral, ni por delante ni por atrás.
—Hazlo, y veras.
Me le quede
viendo unos momentos, pero al final decidí hacerle caso y ver que tenía en
mente, me levante del sofá y me quite la falda que había traído, la coloque en
el sofá a un lado de Tomas.
—Ya está.
—Ahora quítate la
pantaleta Teresa.
— ¿También eso?
—Sí, hazlo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO