Venganza Reencarnada de la Rica Heredera romance Capítulo 116

No pasó ni medio minuto antes de que una luz deslumbrante de los faros altos iluminara la curva de la carretera. El sedán negro se detuvo firmemente al lado de Rafaela, quien ya estaba desmayada. El hombre abrió la puerta del auto y levantó a Rafaela, que apenas pesaba nada, solo para darse cuenta de que su cuerpo emanaba un frío helado. Si no fuera porque aún podía sentir la suavidad de su figura, Liberto habría pensado que estaba sosteniendo a un cadáver.

Antes del accidente, Rafaela solía pasar sus días en diferentes salones de entretenimiento, sola en una fiesta de excesos, llevando una vida de desenfreno. Ahora... parecía tan débil que apenas tenía aliento.

Solo cuando estaba al borde de la muerte se comportaba.

Así que el destino había sido justo, había dado a la familia Jara una fortuna inmensa, pero no podía darles un cuerpo saludable.

Tal vez esto era el castigo por todas las malas acciones.

Este susto había hecho que Rafaela permaneciera en cama durante un día y una noche entera.

El hombre, con una mano en el bolsillo, estaba de pie junto a la cama, mirando a la persona que aún no despertaba. Su tono era neutral, sin revelar ninguna emoción: "¿Por qué no ha despertado todavía?"

El hombre de mediana edad que estaba junto a Liberto, en un español poco fluido, preguntó con cautela: "¿Está preocupado por la Srta. Rafaela?"

Liberto respondió: "Si muere, no me sirve de nada en este momento."

"...¿No es el propósito de usted llevar a la familia Jara a la ruina? Si no quiere usar el poder de la familia Huerta para actuar y llevar a Grupo Jara a la bancarrota, entonces, si la Srta. Rafaela desapareciera, hacer que Fernández pierda a su hija más querida lograría el mismo objetivo."

¡No es suficiente!

¡Ni de lejos es suficiente!

En ese momento, los ojos de Liberto se posaron en ella, oscuros como un pozo sin fondo.

Rafaela, medio consciente, escuchó voces a su alrededor y abrió lentamente los ojos. Un techo oscuro y desconocido, y en el borde de su visión, una figura negra de pie junto a la cama. Frunció el ceño y miró hacia el borde de la cama, viendo al hombre con una expresión severa, algo ensimismada. "...¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Clara?"

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