Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1430

"Padre". Hans se inclinó rápidamente y saludó, con la cabeza baja y los ojos parpadeando inseguros. Había miedo, esperanza e incluso un atisbo de emoción en su interior.

Al mismo tiempo, los rostros de Morris y Wynna también mostraban fugaces expresiones de inquietud. La mirada indiferente del hombre recorrió los rostros de todos.

Inútiles.

Después de dos pasos, su mirada sorprendida se posó en el rostro sonriente de Wilbur. Tras un momento de aturdimiento, se acercó a Wilbur y se arrodilló directamente.

"Señor, lo he estado buscando durante mucho tiempo. Por favor, acépteme. Soy Charlie Angora. Estoy dispuesto a ser su seguidor y dedicarle mi vida".

En cuanto el conde Angora pronunció estas palabras, Hans y los demás se quedaron completamente atónitos. ¿Cuándo había conseguido Wilbur conquistar a Angora, el Super Santuario?

Wilbur sacudió la ceniza de su cigarrillo y frunció el ceño. "No es imposible. Déjame terminar primero lo que tengo que hacer aquí".

"¿Qué ha pasado aquí?", preguntó Charlie.

Wilbur sonrió. "Quizá puedas preguntárselo a ellos".

Charlie se puso en pie y miró a los tres hombres. Una presión invisible surgió como una ola embravecida, haciendo temblar todo el castillo. Hans y los demás se sintieron como un pequeño barco en medio de una tormenta, a punto de volcar, invadidos por un pánico extremo.

Todos sabían que el conde Angora tenía problemas mentales. Si lo provocaban, ya fuera Wynna, Morris o su propio hijo Hans, podía matarlos fácilmente.

Hans sintió claramente la ira de su padre y no se atrevió a ocultar nada, explicándolo todo sin rodeos.

"Inútil, tu existencia es mi vergüenza".

En un arrebato de ira, Charlie ya había condensado una hoja de gancho en su mano, y el aura de la muerte envolvió instantáneamente a Hans y a los demás. Los cuatro se arrodillaron, pidiendo clemencia simultáneamente.

Hans asintió repetidamente, con el sudor cayéndole por la cara.

En ese momento, recibió una llamada de Faye.

No había problemas con la cuenta ni con la contraseña y el dinero se había retirado de la cuenta internacional.

Wilbur colgó el teléfono, se encogió de hombros y dijo: "Lou, he recibido el dinero, pero dime, ¿cómo debo castigarte?".

"Señor, por favor, perdóneme", suplicó desesperadamente Lou, que hacía tiempo que había perdido el alma.

El rostro de Wilbure se ensombreció y dijo: "¿Crees que me has estafado dinero, haciéndome venir tan lejos, pasando por todas estas molestias, y sin embargo te vas a librar sin pagar nada?".