Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 1459

Lindon apenas podía contener sus emociones. "Señor, vinimos a ver esta batalla histórica tras enterarnos de que se enfrentaba a Atrus Wood. Su victoria ha sido increíble".

Wilbur les miró a la cara. Elise apenas podía contener su emoción, temblando de pies a cabeza.

Carlson y Connor le miraban con respeto y también Jaden, que antes no había sido más que grosero con él.

Wilbur vio la sangre en las palmas de las manos de Elise y guardó silencio.

Sabía lo que esa gente estaba haciendo y lo que tenían en mente de inmediato.

Mirando a Elise, Wilbur dijo: "Deberían volver ya".

Los pocos se quedaron estupefactos, sin saber a dónde se refería Wilbur para que fueran.

Justo entonces, Charlie se acercó a Wilbur y le hizo una profunda reverencia. "Señor, ni siquiera pensé que usted fuera a ganar. Esto es un milagro".

De hecho, esta fue una batalla de un hombre contra sesenta y uno de ellos. Un cultivador de nivel Emperador, siete cultivadores de nivel Super Santuario y cincuenta y tres cultivadores de nivel Santuario.

Ganar una batalla así era algo inaudito para cualquiera y sin embargo, Wilbur lo había conseguido.

Además, había salido completamente ileso de la batalla. El adversario, en cambio, había perdido a más de la mitad de sus hombres, incluida su élite de nivel Emperador. No había otra forma de describir algo así que no fuera un milagro.

"Vayamos al Castillo Azul", dijo Wilbur, dándose la vuelta para marcharse.

Charlie lo siguió de cerca y Lindon y los demás se apresuraron a hacer lo mismo.

Sin embargo, justo en ese momento, Hans temblaba de pies a cabeza tumbado en una silla del salón del castillo.

Apenas podía creer que Wilbur hubiera vencido a Atrus y también a todas aquellas élites de nivel Santuario.

El alma de Hans casi había abandonado su cuerpo cuando Wilbur apareció en aquel muelle.

Charlie fulminó a su hijo con la mirada. "Maldito inútil".

Wilbur no dijo nada. Mientras tanto, Lindon y los demás apenas se atrevían a pronunciar palabra.

No había un castigo terrible ni una sentencia aplastante que acabara con él.

El aire parecía mortalmente quieto, aparte de las dos palabras que Charlie acababa de pronunciar.

Hans había oído esas palabras de su padre innumerables veces y pensaba que ya estaría acostumbrado.

Sin embargo, en aquel preciso instante, parecieron desgarrarle el pecho.

Hans sintió como si le hubieran quitado su orgullo y lo hubieran tirado por el suelo para pisotearlo sin piedad.

Todo lo que había defendido y en lo que había creído se derrumbó con aquellas palabras, como un espejo hecho añicos.