Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 159

Elsa fulminó con la mirada a Wilbur, que en ese momento estaba dando una calada especialmente larga a su cigarrillo. "He venido lo más rápido que he podido".

"¿No dijiste que ibas a dejarme ir? ¡Maldito mentiroso!". Remy le gritó a Wilbur.

Wilbur se encogió de hombros. "Sí te dejé ir. La jefa Janae es la que te está arrestando, no yo".

"¡Hijo de p*ta!". Remy estaba tan invadido por la furia y el odio que había olvidado el miedo y empezó a maldecir a Wilbur.

La expresión de Wilbur se ensombreció y le dio una patada en la cara a Remy.

El cuello de Remy casi se rompe por el ataque. Se atragantó y tosió con la boca llena de dientes ensangrentados.

"Sí, te mentí. ¿Qué vas a hacer al respecto?". Wilbur miró fríamente a Remy.

Remy miró al asesino Wilbur y retrocedió aterrorizado. Aun así, se las arregló para decir: "¡Te llevaste mi dinero, mil doscientos millones de dólares! ¡Devuélvemelo, pedazo de m*erda!".

Remy prefería que las autoridades confiscaran ese dinero antes que dejárselo a Wilbur. Al menos lo primero podría conseguirle una sentencia más leve. Además, estaba respaldado por alguien bastante poderoso. Mientras siguiera vivo, aún habría esperanza.

Elsa abrió los ojos y se volvió hacia Wilbur. "¿Qué? ¿Mil doscientos millones?".

Para Elsa era una cantidad astronómica y estaba realmente sorprendida.

Wilbur se rio. "No te preocupes, solo he tomado el dinero primero por si movía sus fondos en secreto. Vamos".

"Sé que el dinero no es un problema para ti, pero es una cifra enorme, hombre". Elsa también resopló.

Wilbur frunció el ceño de repente. "Mira en su ordenador. Le envió un mensaje a alguien mientras me transfería el dinero y pensó que yo no estaba mirando. No sé a quién se lo envió. También hay una mujer llamada Shirmy Wallace en la oficina de Medios Glory. Llámala a ella también".

Elsa asintió. Wilbur envió la dirección a Elsa y ésta ordenó a unos cuantos agentes que se dirigieran allí de inmediato.

Para entonces, los demás agentes ya se dirigían hacia allí con numerosos hombres y mujeres esposados a cuestas. Wilbur les echó un vistazo y dejó escapar un suspiro.

Estaba seguro de que a la mayoría, si no a todos, los habían engañado para que trabajaran aquí y no tenían más remedio que obedecer.

Sin embargo, Wilbur estaba bastante seguro de que Remy nunca se atrevería a llevar un negocio así por su cuenta en Ciudad Seecher.