Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 230

Si ese tipo realmente estaba relacionado de alguna manera con los Campbell, Leon estaría acabado.

Se acercó a Faron y al resto, arrodillándose en el suelo. "Por favor, lo siento. Es mi culpa. Debería haber sabido con quién estaba hablando. Lo siento mucho. Por favor, déjeme ir".

"Quítate de mi camino. No seas una molestia aquí. Estoy cenando", Faron dijo con frialdad.

Leon de inmediato supo que no tenía sentido seguir suplicando. Si hubiera seguido haciéndolo, podría sufrir un destino peor que el de perder su empleo.

Se puso en pie y le hizo una profunda reverencia a Faron y al resto, disculpándose una última vez antes de huir despavorido con sus hombres.

La escena dejó sorprendidos a todos los demás en el restaurante.

Esa mujer era una luchadora increíble, ¿y ese tipo había logrado que esos matones se disculparan de rodillas así como así? ¿Quiénes eran esas personas?

Justo entonces, Elsa miró al mesero y le preguntó: "¿La sala está lista?".

El mesero asintió débilmente, y los cuatro por fin entraron a la sala para alejarse de las miradas de todos.

Cuando se quedaron solos, intercambiaron miradas y estallaron en carcajadas.

Esos idiotas incompetentes realmente estaban por todos lados.

Abusando del poco poder que tenían y creyéndose imparables después de emborracharse un poco. Que chiste.

La gente como ellos solo podía esconderse y huir ante los que realmente tenían poder.

Pronto, la comida fue servida. Los cuatro se dieron un festín, y lo que había sucedido se olvidó rápidamente.

Lo que no sabían era que Leon había regresado a casa con pesar y la mente frenética. El miedo que sentía era cada vez mayor y le provocó un infarto que lo llevó al hospital.

Los cuatro amigos cenaron y bebieron hasta saciarse antes de regresar a la Isla del Lago Marino y quedarse profundamente dormidos.

...

Justo entonces, en la oficina de Kim, ésta suspiró audiblemente antes de marcar un número.

"Sí, Dama Suprema".

La llamada terminó, y la expresión de Kim se arrugó de preocupación.

Dorson estaba muerto, y la Dama Suprema apenas había preguntado por él. Era claro que gente como ellos apenas significaban algo para ella. Sin embargo, ése era su destino.

...

A la tarde siguiente, cuatro coches partieron hacia la Isla del Lago Marino, deteniéndose no muy lejos del puente.

Charles Quinta, el encargado de turno ese día, se apresuró a informarle a Wilbur.

Wilbur salió no mucho después, mirando los coches con confusión.

Una figura salió del primer coche y se quedó mirando a Wilbur desde lejos.