Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 2428

"Ede no significa nada comparado con el resto de la bahía. En cuanto el Papa se entere, enviará a sus hombres tras de ti. Pero estás de suerte, porque soy un hombre que sabe valorar el talento. Eres lo suficientemente poderoso, y puedo ofrecerte algo único: controla las fuerzas militares de Ede. Aparte de mí, serás la persona más poderosa de este lugar a partir de ahora", ofreció Aiden con una sonrisa calculadora.

"¿De verdad pensaste que aceptaría eso?", preguntó Wilbur, su tono frío como el acero.

Aiden lo miró fijamente, su semblante sereno. "Tal y como lo veo, en realidad no tienes opción".

"Oh, ahí es donde te equivocas", replicó Wilbur con un destello peligroso en los ojos. "Claro que tengo opción: matarte y sentarme en ese trono tuyo mientras espero a que aparezca el Papa".

En un instante, la Hoja del Dragón Mágico apareció en las manos de Wilbur. Kino, que yacía en el suelo con los ojos desorbitados, sintió la abrumadora aura asesina de Wilbur.

"¡Ayúdame, obispo Aiden! Por favor, sálvame", imploró Kino, aterrado.

Wilbur blandió su espada sin vacilar. Kino cayó al suelo, sin vida. Sin embargo, Wilbur no se detuvo; sus pasos firmes lo llevaron directamente hacia Aiden.

"Ahora tienes dos opciones, Aiden. O me dices dónde está el Papa, o mueres aquí mismo", sentenció Wilbur.

Aiden respiró profundamente, intentando mantener la compostura. "Creo que aún hay margen para negociar. Tal vez podamos encontrar otra manera de resolver esto".

"Voy a contar hasta tres", dijo Wilbur con voz grave. "Será mejor que me des una respuesta para entonces".

Aiden forcejeó desesperadamente, sus manos aferrándose inútilmente al brazo de Wilbur. Finalmente, Wilbur lo soltó, dejándolo caer al suelo con un golpe seco. Aiden jadeó ruidosamente, tratando de recuperar el aliento mientras balbuceaba:

"¡Hablaré, hablaré! El Papa está en Tasha, la capital de Brunda. Es el corazón de la bahía de Bullard. Desde allí controla las guerras... incluso el ataque a Skermann fue una orden suya".

"¿Por qué decidió atacar Skermann?", preguntó Wilbur, sin apartar los ojos de Aiden.

"El Papa pasó un año reuniendo recursos, y ahora Skermann ha perdido su utilidad. La mayoría de los refugiados de la bahía de Bullard habían huido a Skermann. Atacarlo es la única manera de arrastrarlos a las guerras. Ninguna nación está a salvo de esto... esas son las órdenes que el Papa ha recibido del mismísimo Dios".

Wilbur asintió con comprensión. Ahora todo encajaba. No cabía duda: el Papa de la Iglesia de los Santos Illuminati había sacrificado su alma a los dioses del mal, y la bahía de Bullard era el campo de juego elegido para alimentar sus oscuros designios.