Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 308

Wilbur, en cambio, estaba completamente tranquilo mientras se colgaba la cuchilla de trueno de un hombro y le gritaba a Darlene: "¿Tienes algo más, vieja bruja? Me encargaré de ti si la respuesta es no".

Darlene apretó los dientes. "¿Por qué tienes que matarme?".

"Forjaste un montón de zombis y pusiste a gente al azar bajo maldiciones, incluyendo a tus propios alumnos. ¿Acaso no es razón suficiente?", replicó Wilbur secamente.

Darlene contestó: "Solo hice que me trajeran cadáveres, ¡nunca les dije que mataran a nadie! Además, ¿no deberían pagarme por haberles enseñado el cultivo?".

"Deberían pagártelo como alumnos tuyos, pero no porque los hayas amenazado. La brujería que cultivas no es más que maldad. Ahora solo necesitas cadáveres, ¡pero puede que necesites seres humanos vivos cuando seas más poderosa!", dijo Wilbur con frialdad.

Darlene se quedó sin palabras. Wilbur tenía razón. Ya había estado planeando conseguir algunos cultivadores con los que experimentar a medida que mejoraba su habilidad para forjar zombis. Eso se debía a que los cultivadores eran mucho más poderosos que los seres humanos normales y harían zombis mucho más fuertes.

Al ver que Darlene no decía nada, Wilbur frunció el ceño. "Pero a pesar de tu maldad, no deseo matarte. Libera a esta gente de sus maldiciones y simplemente te libraré de tus poderes para que puedas pasar el resto de tu vida en paz".

"¡De ninguna manera!". Darlene gruñó. "He pasado toda mi vida cultivando, ¡prefiero que me mates antes que librarme de mis poderes!".

La voz de Wilbur era fría: "Bueno, entonces puedes elegir entre morir o no tener poderes".

"¡Elijo hundirte conmigo!".

La expresión de Darlene se volvió venenosa y empezó a murmurar una serie de cánticos indescifrables mientras levantaba el bastón.

Al darse cuenta de ello, el Cristal de Dragón del cuerpo de Wilbur empezó a girar a toda velocidad.

El cuerpo de Darlene tenía el tamaño de un niño pequeño, estaba desangrado y su rostro era blanco como una sábana.

Su bastón, sin embargo, dejaba escapar una niebla tan espesa que era casi palpable. Una ominosa ola llena de peligro y muerte se acercaba a Wilbur.

En ese momento, Darlene escupió su última bocanada de energía espiritual y sangre sobre el bastón. La niebla que salía comenzó a ondularse de forma aterradora.

"Estás muerto, muchacho", ronroneó Darlene. "¡Masacre de Almas!".