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"Entendido".
Todo el mundo sabía muy bien de lo que era capaz el Cabo. La sucursal de la provincia de Kardon tenía, por sí sola, recursos e influencia suficientes para comprar la mayor plataforma de medios de comunicación que existía en ese momento.
Si reunieran todos los recursos del Cabo en todo el país, habría pocas marcas de medios internacionales que pudieran competir con ellos. Por eso Faye había dicho esas palabras con tanta firmeza.
Pero tenía algo más que decir. "Envíen también una advertencia a los canales de noticias más pequeños y 'anónimos'. Si se atreven a publicar algo sobre el Cabo, nos aseguraremos de que desaparezcan para siempre de la red".
"Entendido".
"Comunicaciones".
"Sí". El jefe del departamento de comunicaciones se levantó.
Faye dijo fríamente: "Contrata a quien sea necesario para crear una fuerza especial que derribe inmediatamente todas las posibles acusaciones que puedan surgir. Eliminen todos y cada uno de los comentarios contra el Cabo y su dueño o comprométanse hasta que se acallen".
"Sí".
"Que todo el mundo esté en estado de alerta ahora mismo", ordenó Faye.
Todos los presentes se pusieron en pie de inmediato, corriendo hacia sus mesas.
Faye se recostó en su silla, dejando escapar un largo suspiro.
Los comentarios y las discusiones no serían un problema por el momento. Al fin y al cabo, ella había lanzado una advertencia y nadie se atrevería a enfrentarse a una fuerza como el Consorcio del Cabo con lo poderosos que eran.
Pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados.
Faye reflexionó brevemente antes de decirle a su secretario: "Ponme en contacto con el jefe Bowie Hemmington. Me gustaría hablar con él por teléfono".
"De acuerdo, lo llamaré ahora mismo". Su secretario se apresuró a tomar el teléfono.
Llamar a alguien así en plena noche era, sinceramente, bastante descortés, pero a Faye no podía importarle eso ahora mismo.
Poco más de media hora después, el secretario regresó con un teléfono que le entregó a Faye. "Lo tengo en la línea".
Faye asintió, cogiendo el teléfono.
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