Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 472

Wilbur se apresuró a decir. "¡Mi hombre! ¡Estaba bromeando! Este es un gran poder, así que por supuesto que vale tanto".

Justo entonces, una voz sonó desde el interior del espíritu de Wilbur.

"Querido oferente, has estado actuando bien últimamente. Por la presente te concedo el título de Divino Dependiente. Trabaja duro y te convertirás en un ser extraordinario".

Al mismo tiempo, las palabras "Dependiente Divino" aparecieron en la conciencia de Wilbur.

Toda el aura del aire desapareció justo después y el demiplano reanudó su silencio.

Wilbur permaneció inmóvil durante largo rato. ¿Qué demonios era Divino Dependiente? No parecía otorgarle ningún poder especial.

¿Era realmente un simple título?

De solo pensarlo, Wilbur maldijo en voz alta.

Para ser un dios de dioses, a este dragón le gustaba mucho tomarle el pelo, ¿verdad? Darle a Wilbur un título tonto y esperar que trabajara duro solo por eso para seguir acudiendo a él con más ofrendas.

Un momento después, Wilbur no pudo evitar suspirar.

No podía hacer nada al respecto. El Altar del Dragón estaba prácticamente repleto de golosinas y él correría a él en cuanto tuviera una ofrenda, con o sin el estúpido título.

En silencio, pulsó la selección de la Píldora Sol Abrasador.

La píldora emergió de la pantalla, flotando frente a Wilbur. El reloj de arena dorado se volcó y solo quedaban diez puntos de gracia.

Wilbur tomó la píldora y sacudió la cabeza. Se dio la vuelta y vio a la serpiente de fuego acurrucada en un rincón temblando de miedo.

Wilbur gritó: "¡Caramba, perdedor! ¿De verdad es tan aterrador?".

Parecía haber olvidado lo nervioso que había estado hace unos minutos.

Mirando fijamente a la serpiente de fuego, Wilbur salió de su demiplano y regresó a su habitación. Tomó la Píldora Sol Abrasador y empezó a meditar mientras canalizaba el poder de la píldora.

...

Tres días después.

Wilbur dio una vuelta alrededor de la isla, localizó la habitación en la que Gertridge descansaba e irrumpió por la puerta.

Gertridge llevaba puesto un camisón escaso y estaba tumbada en el sofá profundamente dormida.

Wilbur frunció el ceño. "¿Ya estás mejor?".

Gertridge se despertó sobresaltada. Vio que era Wilbur y sonrió mientras se levantaba el dobladillo del camisón. "Mira, todavía estoy toda herida".

"¡Para ya! ¿Qué demonios crees que estás haciendo?".

Gertridge no llevaba nada debajo y el gesto prácticamente se lo reveló todo a Wilbur mientras huía de la habitación.

Gertridge se rio entre dientes y volvió a quedarse dormida.

Justo cuando Wilbur estaba a punto de volver a su habitación, sonó su teléfono.

Descolgó y le llegó una voz ansiosa: "¡Ayúdeme, señor!".