Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 523

Faron frunció el ceño de inmediato. "Amigo, vas a un país extranjero. La Corporación Pentágono es la mayor fuente de dinero de Galloria. Tienen enormes fondos y una cantidad infinita de poder allí. Es peligroso si vas por tu cuenta".

"Exactamente", dijo Faye preocupada. "Podemos limitarnos a investigar a la Corporación Joy si se trata de Kim Jenkins, tendrá que pagar por lo que ha hecho".

La voz de Wilbur era oscura. "Nadie me hace esto y se sale con la suya. Ya he tomado una decisión".

Todos los demás vieron la expresión de su cara y no dijeron nada más.

"¿Podrías ayudarme con algo, Eileen?", dijo Wilbur de repente.

Eileen sonrió. "Claro. ¿De qué se trata?".

"¿Podrías sustituirme como guardaespaldas de Faye mientras estoy fuera y velar por su seguridad?". José estaba en el hospital y Wilbur no confiaba en que nadie más en la Isla Lago Marino fuera lo bastante capaz para el trabajo.

Eileen se iluminó de inmediato. "Claro, pero me deberás un favor".

"Por supuesto", dijo Wilbur.

Eileen esbozó una amplia sonrisa. "No te preocupes. Estaré al lado de la señorita Yves cada segundo del día hasta que vuelvas".

Wilbur asintió en silencio.

...

En un vuelo internacional a la capital de Galloria, Kim miraba por la ventanilla en silencio.

Sabía lo que le esperaba.

La Corporación Joy había sido la forma que había tenido la Corporación Pentágono de introducirse en el enorme mercado de Dasha y beneficiarse de su población de casi mil millones y medio de personas.

Pero Kim había fracasado y la Corporación Joy seguía lejos de los objetivos que se había propuesto alcanzar.

Incluso había perdido a los hermanos Chez, Dorson y Sabrina, mientras ella estaba en ello.

Lo mejor que podía salir de esto era su renuncia y perderlo todo.

Lo peor que podía salir de esto no era algo que se atreviera a imaginar.

Michelle, la actual directora ejecutiva de la Corporación Pentágono, vivía allí.

El coche fue inspeccionado minuciosamente al pie de la montaña antes de permitirle el paso.

Había guardias de seguridad por todas partes y todos estaban armados.

Había que pasar por tres controles de seguridad. Por fin, el coche se detuvo en lo alto de la colina, frente a la mansión más grande de la zona.

Los dos hombres trajeados salieron del coche y acompañaron a Kim hasta la entrada de la casa.

La cámara situada sobre la verja giró y las puertas se abrieron lentamente.

Kim entró en un enorme salón principal de unos cuatrocientos o quinientos metros cuadrados.

Una decadente lámpara de araña colgaba del techo, iluminando el espacio con un resplandor de ensueño.

Ocho pilares se erguían en medio de la sala, todos ellos tallados con las mejores esculturas del mundo. Las pinturas de las paredes eran asombrosas, incluso más raras que las del Museo del Louvre.