Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 777

Wilbur suspiró y salió del dormitorio.

Sabía que Faye aún no le creía, pero tampoco tenía forma de convencerla.

Un hombre de mediana edad estaba en la sala cuando Wilbur se acercó. El hombre llevaba un traje negro y tenía consigo una caja cuadrada.

Eileen se quedó a un lado, mirándolo en silencio.

"¿Dónde está?". Wilbur fue directo al grano.

El hombre se apresuró a abrir la caja y la puso sobre la mesa.

En él había una corona.

La corona estaba hecha enteramente de oro y con incrustaciones de varias gemas.

Una de las gemas era de un color rojo intenso y emitía un exquisito brillo escarlata.

Wilbur escaneó la corona con su energía espiritual y se iluminó de inmediato. Levantó la corona y la miró más de cerca.

El hombre parpadeó con nervios, claramente tomado por sorpresa por el descuido con el que Wilbur estaba manejando la corona.

Poco después, Wilbur levantó la vista. "Lo aceptaré. Te ayudaré con lo que quieras cuando termine".

"¡Pero ni siquiera te dije qué es lo que necesito!", el hombre se quejó, claramente confundido.

Wilbur se giró hacia Eileen. "¿Podrías ayudarme a ubicar al caballero en algún lugar? Hablaré con él apenas termine".

"Por supuesto". Eileen sonrió. "Ven conmigo".

"Pero..." el hombre siguió quejándose, mirando la corona con tristeza.

Eileen sonrió. "No te preocupes. Él se asegurará de sacarte de tus problemas siempre y cuando diga que sí".

El hombre por fin cedió y siguió a Eileen fuera de la habitación.

Wilbur entró en su semiplano nuevamente, sacrificando la corona por puntos de gracia.

La corona se convirtió en otros considerables 300 puntos de gracia.

Wilbur apenas pudo contener su alegría. Obtuvo el Néctar de Curación de inmediato y gastó los puntos de gracia restantes en dos Píldoras Cura Espíritu.

Lanzándole una última mirada fría al alma de Angie, se burló mientras salía del semiplano.

Wilbur entró al dormitorio de inmediato y llamó a Faye con entusiasmo. "¡Levántate y bebe esto!".

Faye se cubrió la cara excepto los ojos y miró el pequeño frasco en la mano de Wilbur.

Realmente no había nada que no pudiera hacer.

Faye aún no se atrevía a mostrarle su rostro a Wilbur, cubriéndolo mientras asentía profusamente.

Wilbur se sentó a su lado y le puso una mano en el hombro con ternura. "Recuerda esto. No me rendiré sin importar lo que pase".

"Lo sé". Las lágrimas corrieron entre los dedos de Faye en su rostro.

…

En la habitación de invitados.

Wilbur le preparó cortésmente una taza de té para el hombre del traje. "Hola, señor. ¿Cómo debo dirigirme a usted y qué es lo que necesita de mí? ¿Cómo supo de mí en primer lugar?".

Eileen se sentó frente a él y tomó un sorbo de té.

El hombre miró a Wilbur y dudaba en hablar.

Eileen se encogió de hombros al verlo. "Supongo que no me necesitan aquí".

Se levantó para irse, pero Wilbur la detuvo.