Viviendo con Mi Jefa Esposa romance Capítulo 863

Wilbur parecía entonces un Dios del trueno.

Flotaba en el aire y utilizaba el rayo como un látigo mientras lanzaba un golpe tras otro contra el cuerpo del simio.

El simio luchaba furioso, pero no podía hacer nada.

Con unos pocos golpes, los gritos de rabia del simio se convirtieron en agonía.

Sin embargo, el látigo de rayos en la mano de Wilbur no desapareció, sino que aumentó de tamaño a medida que su poder se hacía más fuerte.

Unas docenas de golpes más tarde, el simio apenas sobrevivía.

Todos se quedaron boquiabiertos mirando atónitos a Wilbur, incapaces de creer lo que veían sus ojos.

Este hombre estaba definitivamente más allá del nivel del Santuario.

Ni siquiera eran poderes considerados humanamente posibles. Debía de ser un Dios.

Cameron, Catherine y Dawson se miraron unos a otros, estupefactos.

Ninguno de ellos había esperado que el compañero que habían encontrado de camino hasta aquí por casualidad fuera tan aterrador.

Esto era otra cosa.

Unos minutos más tarde, el simio lanzó por fin su último grito y cayó al suelo sin vida, con el cuerpo completamente carbonizado.

Al mismo tiempo, el látigo de rayos desapareció de las manos de Wilbur mientras descendía lentamente.

El resto de las bestias habían huido de la presión que ejercía la presencia de Wilbur.

En el aire reinaba un silencio sepulcral y todos miraban mudos a Wilbur, con miradas llenas de miedo y respeto.

Mosa parecía especialmente asustado por su vida, con la cara sonrojada de un horrible tono púrpura.

Kaxx y Sheldon se movían incómodos mientras miraban también a Wilbur.

Aquel hombre era mucho más poderoso que ellos.

Había matado a Gobu con un solo movimiento y había matado a un simio gigante utilizando una ráfaga de rayos.

Este hombre era un Dios.

Sin embargo, acababan de ser muy groseros con Wilbur.

Los tres cultivadores de nivel Santuario incluso habían utilizado a esta gente como chivos expiatorios para sujetar al simio.

Wilbur y sus amigos habrían sido uno de esos chivos expiatorios.

Ese pensamiento hizo temblar a Kaxx y Sheldon.

Mosa temblaba, sus piernas se tambaleaban y era incapaz de moverse.

La expresión de Wilbur se ensombreció.

Sheldon se apresuró a gritar: "¡Has sido convocado por el amo, ve para allá!".

Mosa no tuvo más remedio que acercarse, temblando de pies a cabeza.

"Lo siento, amo. P-Por favor".

Mosa cayó de rodillas, tanto porque el aura de Wilbur era demasiado poderosa y también porque ya no podía mantenerse en pie.

Wilbur sonrió. "¿Sabes por qué no te he matado por burlarte de mí hace un momento?".

"¡Merezco morir, amo, por favor, perdóneme!", sollozó Mosa, inclinándose y golpeándose la cabeza contra el suelo.

Su frente se partió y empezó a sangrar al instante, pero apenas se atrevió a parar.

Wilbur se burló fríamente. "Iba a ver hasta qué punto podías llegar a ser engreído, pero supongo que no lo eres en absoluto".

"Lo siento, no volveré a hacerlo", sollozó Mosa mientras suplicaba.

De repente, el pie de Wilbur disparó. La cabeza de Mosa se partió en dos, estallando en un chorro de sangre y vísceras.