Punto de vista de Ariana Sutton.
Estaba ocupada trabajando en el hospital cuando vi al reportero diciendo:
—Fuentes afirman que el presidente de la Corporación Jablonsky regresará hoy.
Una cara familiar apareció en toda la pantalla de televisión y me quedé paralizada. ¿Stefan? Han pasado 3 años. Así que ha vuelto. Sentí una mezcla de emociones contradictorias. Había miedo, pero también expectación. En otro tiempo, lo amé con todo mi corazón, pero lo único que conseguí fue su desprecio.
Respiré hondo y salí del pasillo, pero justo antes de bajar las escaleras, una voz familiar resonó en el aire.
—Abortar.
Y una vez más, me quedé paralizada. Por alguna razón inexplicable, me detuve en seco para escuchar. Mi corazón latía con fuerza y me preocupaba que él pudiera darse cuenta. Gritos. Los gritos de una mujer provenían del interior de la habitación.
—No, por favor. No quiero abortar.
—Tendremos más hijos. —Habló una vez más, con tono imperioso. Frío. Indiferente.
Reconocí esa voz en cualquier parte. Era la de Stefan.
«Ha vuelto y tiene a una mujer embarazada con él».
Por alguna razón, mi corazón dio un vuelco. Corrí. Temiendo escuchar lo que le diría a esa mujer, corrí. Mientras estaba sentada en mi consulta, saqué mi teléfono y busqué el número de Stefan. Sin embargo, no me atreví a llamarlo.
«Ni siquiera me lo ha dicho. Quizás no quería que lo supiera».
Una enfermera pasó por la sala y preguntó:
—¿Todavía trabajando, Doctora Sutton?
—Sí. Tengo algunos asuntos que resolver. Puedes irte a casa si quieres. —Podría haber vuelto a la residencia Jablonsky, pero decidí quedarme en el hospital hasta altas horas de la noche.
Intentaba por todos los medios no cruzarme con Stefan al regresar a casa. Habíamos compartido el mismo techo durante diecinueve años, y ahora que había vuelto, estaba segura de que él también lo haría. A pesar de vivir en la misma casa, éramos prácticamente extraños.
Él no era mi familia, ni siquiera un amigo, y mucho menos mi amante. Desde que mi madre y yo nos mudamos con los Jablonsky, pasé la mayor parte de mis días con Stefan, y con el tiempo, desarrollé sentimientos por él.
A escondidas, dibujaba sus retratos en mi habitación y anotaba cada detalle de su vida. Mi secreto salió a la luz cuando cumplí dieciocho años. Recuerdo vívidamente la fuerza con la que latía mi corazón en aquel momento.
Sentí un atisbo de esperanza, pero esta se desvaneció cuando destrozó mi preciado cuaderno. Jamás olvidaré la mirada de absoluto desprecio que me dirigió.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Yo Mismo Soy Mi Rival en el Amor