—Eh, bueno, gracias, sí, sí puedo. No tengo mucho que hacer aparte de estudiar— Me miró sonriente y acariciando mi hombro
—¿Seguro? Puedo hablar con tus padres si lo necesitas, o con tu novia incluso, para que no se moleste— reí sin darme cuenta
—Mis padres murieron y no tengo novia, profesora, así que esta bien
—Discúlpame, no quería ser imprudente, no lo sabía.
—Esta bien, no se preocupe
—Bueno, entonces, Eder, está decidido, serás mi aprendiz— sonrió como un felino y sentí su mano caliente en mi hombro incluso sobre la camiseta que usaba— Y por favor, cuando estemos a solas, llámame Monique, me haces sentir vieja y apenas tengo 26.
—Ok, Monique— dije nervioso y se acercó a mi permitiéndome ver de nuevo ese par de montículos que tenía bajo la blusa
—Nos vemos, Eder— besó mi mejilla y se apartó dejándome estático y con el corazón a millón, oh sí, y un bulto sobre mi entrepierna ¿Qué diablos fue eso?
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La sala de castigo era lúgubre y aburrida. 7 personas dentro, más mi persona y el profesor, todos con caras de sueño y mirando un vídeo absurdo sobre el consumo de drogas en la juventud. Esa juventud parecía ser más vieja que nosotros, tal vez un par de décadas más.
Apenas habían transcurrido treinta minutos cuando la puerta sonó y el subdirector sacó su mano de la libreta donde escribía quién sabe qué para levantarse a abrir. Era ella, lo supe apenas escuché su voz
—Disculpe, necesito llevarme al alumno Shane
—Está castigado— dijo el hombre con seriedad pero desde mi lugar se notaba la mirada de evaluación que lanzaba en dirección a la maestra rubia
—Es que es mi aprendiz y usted sabe que siendo nueva me complico un poco aún— se escucho una risita— El chico es buen alumno por lo que he notado, dudo que vaya a repetir lo que sea que lo trajo aquí, sólo necesito llevarlo para poder terminar de corregir e irme a casa, ¿Se podrá?
No lo pensó dos veces, ese puto gordo.
—Eder, párate y lárgate. La profesora Monique te salvó esta vez— Salí como alma que lleva el diablo y me tropecé con ella en la puerta, me sonreía y no pude evitar devolverle el gesto
—Vamos
La seguí hasta el piso donde las oficinas de los profesores de materias fijas están. Sólo tres puertas estaban cerradas, las otras se notaban vacías y una de las primeras se abrió para nosotros cuando ella introdujo una llave.
Era un lugar pequeño pero funcional, con un aparador de libros, un escritorio de madera y sillas. Encima estaban muchas hojas y unos cuantos bolígrafos y el lugar olía a ese perfume tan extravagante que ella usaba.
Salté cuando la puerta se cerró a mis espaldas y sentí sus manos en mis hombros bajando la mochila, estaba nervioso y mis manos sudaban pero me obligué a relajarme, después de todo era sólo mi profesora. En casa ya podría masturbarme pensando en ella pero en ese momento estaba aterrado de que ella notara como se apretaban mis pantalones con su presencia
—Ponte cómodo, cariño, tenemos trabajo que hacer.
—Y bien por mi, también— dijo sonriendo como si tuviese un secreto por compartir
—¿A... a qué te refieres?— pregunté y no pude evitar tartamudear cuando su uña subió por mi antebrazo y su mirada celeste estaba sobe la mía.
—A que gracias a él, llegué a este lugar y te conocí a ti, Eder.
Abrí los ojos con sorpresa, esa mujer es realmente preciosa, me da confianza y tiene un cuerpo de modelo. También es mi profesora con doce años de edad más que yo.
—Monique, eso no puede ser, yo...— murmuré y se impulsó sobre sus codos para acercarse a mi poniendo su torso sobre la mesa y francamente me perdí en su escote
—Yo te gusto y tú me gustas, cariño, y ten por seguro que todo lo que conmigo aprendas te servirá para toda la vida- acercó sus labios a los míos con la mirada fija en mis ojos y yo seguía sin moverme— ¿Qué dices, Eder, serás mi aprendiz?— repitió las mismas palabras que temprano y sin dejarme responder se estiró aún más para besarme. Le respondí rápidamente, no lo niego, era una oferta muy tentadora y no podía decir que no. Agarré su cabeza y le devolví el beso con torpeza al lado de esa mujer experimentada, me puse de pie agarrando más altura que ella y se separó de mi cuando el aire se hacía demasiado denso.
—Me tengo que ir— dije entrecortadamente y ella pasó su mano por los labios hinchados y me miró con hambre, aún así asintió
—Cada lunes y viernes te quiero aquí luego de clases.
—Esta bien— dije poniendo mi mochila en mi hombro y saliendo de ahí sin mirar atrás.
Caminé a casa debido a que los guaruras no estaban esperándome luego de clases y subí a mi cuarto saludando a Esther, Cloe y otro par de tíos que estaban por ahí, respondí cortamente el motivo de mi retraso y con la comida en mis manos subí a mi cuarto y la puse sobre la mesa de noche, congelado aún por lo que había ocurrido caí de espaldas sobre el colchón y pensé en aquel par de tetas que apenas vi y que estaba loco por conocer.
Como anhelaba que fuese viernes.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD