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Adiós, mi falso matrimonio romance Capítulo 73

Sofía durmió todo el día y solo se levantó por la tarde. Cuando salió de su habitación, ni Leonardo ni Gerardo estaban cerca. Se rascó la cabeza y salió, sin saber a dónde quería ir. Desde la noche anterior, se sentía algo conflictuada.

Por razones que desconocía, la noche anterior tuvo un sueño y se trataba de cosas que habían sucedido hace mucho tiempo, cosas que creía haber olvidado tiempo atrás. Pero en ese sueño parecían tan vividas: peleas, maldiciones, acusaciones, reparto de culpas. Todas eran cosas horribles. Incluso podía sentirse algo asfixiada al pensar en ellas ahora.

Así que se sentó de nuevo en el sofá del vestíbulo del hotel y se quedó mirando a la entrada de este. Era como si hubiera muchas voces en su cabeza, pero no podía saber con seguridad de qué se trataba.

Sentía que no tenía ningún lugar al cual ir y, si no fuera por Leonardo y Gerardo, no sabría lo que le esperaba. Pensar en eso la hizo sentir inútil.

Al cabo de un rato, escuchó la voz algo ansiosa de Gerardo.

-¿Por qué saliste de la habitación? Pensamos que había sido secuestrada cuando no te vimos ahí, después de regresar.

Antes de que se diera cuenta, Gerardo se había acercado y estaba de pie frente a ella.

Sofía sonrió.

-¿Qué edad crees que tengo? ¿Soy tan tonta para que me secuestren?

A Gerardo le gustó ese tono. Era todo sonrisas y se acercó a ella, dándole una palmadita en el hombro.

—Eso es lo que me gusta oír. Tu comportamiento de esta mañana me estaba haciendo sentir incómodo en extremo.

Ella lo sacudió y se levantó.

-No estaba por completo despierta esa vez.

Gerardo la evaluó.

-Todavía no estás por completo recuperada. Deberías descansar más ahora, en lugar de vagar por ahí.

Ella asintió, mientras caminaba hacia el ascensor:

-Sí, Señor Entrometido.

Mientras tanto, Leonardo seguía en la habitación del hotel.

Parecía que Gerardo era la única persona que estaba preocupada por ella.

Después de que Sofía entrara, fue directo a su habitación, antes de que Leonardo la siguiera después de un par de minutos.

-Gerardo y yo hemos comido. ¿Qué quieres comer? Podemos llamar al servicio a la habitación.

Sofía soltó un quejido y eso fue todo.

En este punto, Leonardo consideró que no había nada más que pudiera decirle, así que se dio la vuelta y se fue.

Uno estaba en el dormitorio y el otro estaba en la estancia, nadie hablaba. De esta misma manera ocurría en el pasado, cuando esta era su forma de vida predeterminada. Nunca tenían nada que decirse.

Sofía no llevaba muchas cosas, así que era fácil para ella.

Gerardo se acercó, observó sus pertenencias y asintió:

-Sofía, esta es una tarea fácil. -Luego, se dio la vuelta y la miró—. Supongo que tu fiebre ha desaparecido por completo. ¿Todavía te sientes mal?

Sofía negó a la vez que movía la cabeza:

-No. Me siento muy bien.

Gerardo sugirió:

-Vamos a comer algo. Comeremos algo rico hoy, ya que es probable que no tengamos tiempo para comer después de esto, debido a nuestro vuelo de mañana temprano.

A levantarse, Sofía vio que Leonardo ya se había cambiado cuando ella salió de su habitación.

Por alguna razón, los dos seguían sin hablarse, lo que hacía que el ambiente fuera algo incómodo.

Cuando llegaron al restaurante de abajo, apareció otra persona que se sentó en el momento en que los tres estaban sentados. Se trataba del Presidente Macías del Grupo Universum.

Estaba solo y en el momento en el que se sentó, le dijo de inmediato a Leonardo:

-Presidente Cibeles, lo estaba esperando.

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