―Fueron capturados. ―Tiraron a los salvajes al suelo totalmente indefensos. ―No quieren responder a nuestras preguntas, pero deduzco que solo son estos tres. ―El alfa miró a los tres salvajes.
―¿Por qué se acercaron a mi manada? ―Preguntó con tono intimidante. ―¿Acaso no saben ustedes que quien perturbe la paz de mi hogar, paga con su vida? ―Los salvajes intentaron convertirse, pero no lo lograron y eso los descolocó. ―Además, osan en faltarme el respeto. ―Dio un paso atrás. ―Llévenlos al calabozo, algo me dice que planean algo grande.
―Sí, alfa. ―Los guerreros obedecieron y se llevaron a los ahora prisioneros.
―Hay que seguir con el patrullaje. ―Ordenó tomando su forma lobuna.
Manada Luna Creciente, la manada más fuerte del sur del reino Lycan, quien lidera es fuerte, cruel y temerario. Nadie en su sano juicio inicia una batalla con ellos, es sabido que quien intente destronar a su líder acaba perdiéndolo todo.
Una manada que cada día gana más territorio y nadie lo puede evitar, se dice que el corazón del alfa es oscuro, duro y no siente lástima por nadie que no sean los miembros de su tribu. Si hay un territorio por conquistar, lo hace de la manera más violenta posible, si hay una alianza que hacer, se aseguran de que los otros estén a su nivel, si hay una persona que desee su corazón, es rechazado con la mayor frialdad que puede existir.
El patrullaje como siempre fue todo un éxito, los salvajes al parecer habían actuado solos, quizás se acercaron por curiosidad, para poder conocer a quién se ha hecho notar en los últimos años, quizás estaban vigilándolos para saber como proceder, pero ahora no podrán hacer nada estando bajo condena.
―¡Mamá! ―Tres pequeños de cinco años se acercaron, los dos varones parecen gemelos; cabello negro y largo, ojos celestes brillantes y una seriedad no común en niños de su edad, por lo contrario, la niña y última de los trillizos, es la viva imagen de su madre; Cabellera blanca, ojos violetas, pecas y sonrisa inocente al igual que dulce.
―Amores. ―Se arrodilló para saludar a sus hijos con un beso, ella solo muestra la pureza de su corazón dentro de la manada, solo esas personas que la acogieron a pesar del miedo se merecen todo de ella.
―Alfa. ―La beta se acercó a ella. ―Hay noticias, los prisioneros decidieron hablar. ―Enola acarició el pelo de sus trillizos y se enderezó para darle la cara a su beta.
―Bien, iré enseguida. ―La chica asintió y se retiró después de tirar de las narices de los chicos y de la mejilla de la niña.
―¡No lo hagas! ―Aluhe protestó furioso. ―Deberías mostrarme más respeto, seré el alfa cuando mi madre se retire. ―La beta carcajeó.
―Ese sería tu hermano mayor, no tú. ―Decidió jugar con su paciencia.
―Vamos, dejen de pelear. ―Enola los detuvo. ―Vayan con las cuidadoras, tienen que estudiar. ―Los tres obedecieron a su madre y se marcharon. ―Vamos al calabozo. ―Enola se puso seria, no ríe con frecuencia, ella solo es feliz cuando sus hijos están cerca y muchas veces eso no hace más que entristecerla. Sus hijos se parecen muchísimo a su padre y el carácter que tienen ambos es tal cual al de su alfa.
―Alfa. ―Los guerreros le dieron paso. ―Están listos para hablar. ―Enola se sentó cerca de la celda, quiere verlos a la cara mientras hablan.
―¿De dónde vienen? ―Preguntó sin quitarles la mirada de encima.
―Del norte. ―La confusión de Enola fue evidente.
―No mientan. ―Gruñó furiosa. ―Lo hacen nuevamente y su sentencia a muerte se llevará a cabo esta misma noche. ―Les advirtió sin pizca de gracia.
―No mentimos, venimos del norte. ―Enola miró a su beta, ¿Cómo pueden ellos venir del norte?
―Kato no sería capaz de una traición como esta. ―Aseguró Naran. ―Es la única manada que ha quedado reinando el norte, usted lo sabe. ―Enola le creyó, Kato la encontró cuando intentó atacar la aldea por los rumores de que una alfa mujer se había coronado por primera vez en la historia. Ambos se llevaron una gran sorpresa al enfrentarse, se creían muertos uno al otro.
―Nuestra manada fue obligada a marcharse, muchos de nosotros nos volvimos salvajes al no tener un hogar, así que vagamos sin rumbo ni dirección. ―Enola endureció el gesto.
―¿Qué buscan aquí?
―Comida, mujeres y ver por nuestros propios ojos a la única alfa mujer que ha existido en la historia de los Lycan y por lo que veo no exageraban, eres una mujer despiadada y sexy… ―El puñetazo lo calló al instante.
―Soy más despiadada que sexy, ¿Quieres una demostración? ―Al verle los ojos brillar, los tres salvajes negaron de inmediato. ―Manténgalos vigilados, si intentan algo no duden en acabar con su vida. ―Naran siguió a su alfa en silencio, escuchó la historia y sabe que el norte es una parte del pasado de su alfa.
―¿Cómo está la alfa más poderosa de todo el mundo? ―Kato ladeó la sonrisa feliz por verla nuevamente. ―¿Cuánto ha pasado? ¿Años? ―Enola agrandó la sonrisa al ver a su amigo.
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