Nick
—Tengo dos hijos, acabo de enterarme —digo despues de un suspiro y la mujer lleva las manos a su boca.
Le cuento lo sucedido, sin dar los detalles significativos.
—Es comprensible que se niegue a que vea sus hijos —dice la mujer —, y que le haya pedido que demuestre que realmente le importan, la decisión del abogado es algo drástica a mi parecer —déspues de exhalar.
—No podre acercarme a ellos, si no puedo verlos —declaro y miro los árboles —, son dos años… he perdido dos años, contando los meses en que los niños crecíeron en el vientre de Alaia, no soy tan paciente, es demasiado tiempo —expreso y ella asiente.
—Puedo llegar a comprender no se como podria sentirme estando en sus zapatos, por ahora podría acercarse a ellos de otra forma —explica y me vuelvo a verla con interés—, puede demostrarle a la madre que los niños le importan enviándoles algo especial —levanto una ceja en su dirección.
—Un regalo de algo que les guste —frunzo el ceño, no tengo idea de que es lo que les gusta y no creo que Alaia me lo diga si la llamo.
Pienso durante un momento —No sé, el último día que los vi, el niño llevaba una gorra de un videojuego y la niña una gorra lila —explico.
—Perfecto —lleva las manos a su pecho mostrándose emocionada, tengo un nieto adolescente y una bisnieta que ama las princesas de Disney, conozco a alguien que puede hacer algo muy bonito para ellos, ¿confía en mí? —dice con ilusión.
—Si —creo que lo hago.
—Ya vuelvo —se da media vuelta, camina hasta la casa y vuelve después de unos minutos, me muestra las opciones en su teléfono.
—Uno de cada uno —señalo los muñecos y la mujer mayor abre los ojos —, no sé cuál prefieran, deben de tener todas las opciones para elegir —pago con mi tarjeta y doy los nombres de los niños, de mis hijos.
—Quiero que los envíen esta tarde —ordeno, ella se sorprende.
—No soy una persona paciente como ya lo he dicho, Sophia —digo.
—Puedo entenderlo, señor —asiente sonriente.
—Le informaré cuando los pequeños hayan recibido sus regalos —dice y se va cuando me ve asentir.
Después de almorzar voy al despacho en busca de la foto donde están los niños recién nacidos, cubro con mi dedo el rostro de Cedric y me enfoco en los tres.
—Nico, cariño —escucho desde la sala, es Barbie, guardo la foto y salgo para ver que quiere ahora.
—Ahí estás —dice, apenas me ve—, ¿sabes algo de tu madre? Quede de verme con ella en el club esta mañana, pero no apareció.
En ese momento aparece Sophia, viene sonriente, pero se detiene al ver a Barbie, solo asiente y entiendo que mis hijos recibieron sus regalos, vuelvo a ver a Barbie cuando ella se da la vuelta.
—La he llamado, pero no me contesta, me preocupa —dice y levanto ambas cejas.
—Sabes que adoro a Grace, Nico.
—Buena tarde, Marshall —mi madre entra y da pasos rápidos, apenas me ve.
—Nicholas Garnett, me vas a explicar ahora mismo lo que le has hecho a tu abuelo —habla airada—, acabo de dejarlo en el hospital, lo has dejado como cristo —me señala el rostro.
—¿En que falle? Nunca he podido entenderte, pero esto, esto ha pasado los límites.
—Nunca me has entendido, porque nunca te tomaste el tiempo de escucharme, siempre respaldaste a mi abuelo, permitiste que él moviera las fichas a su antojo, nunca pensaste en tus hijos —exploto, cansado de que ella solo se preocupe por Killian.
—Tu abuelo ha cuidado de mí desde que mis padres murieron y ha seguido cuidándonos desde que perdimos a tu padre, ha hecho un gran trabajo, eres el hombre que eres, gracias a él.
Mi risa se oye ronca.
—Mi abuelo no fue quien hizo de mí lo que soy, fue mi padre —le reprocho—, no vengas a hacerme creer que mi abuelo es bueno, él solo te ha manipulado para unir la compañía que heredaste con la de él.
—No hables de esa forma de tu abuelo.
Inhalo exasperado.
—Me ha dicho que tienes dos hijos, el pobre está delirando —dice sacudiendo su cabeza.
—No está delirando, tengo dos hijos, mamá —declaro y mi madre se pestañea sorprendida al igual que lo hace Barbie.
—¡¿Cómo es posible que tengan hijos y yo no lo sepa?! —mira a Bárbara y ella, inmediatamente da un paso atrás, levanta las manos y niega con la cabeza.
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