Alaia
—Bye, bye —mis hijos se despiden de su lito al igual que Aidan, los tres niños parecen ser la razón de existir de Darius.
—¿Ya se fue mi abuelo? —cuestiona Ash apenas llego a la habitación junto a mis pequeñines, quienes entran como un rayo.
—¡Tía ñitos! —dicen cuando llegan a ella.
Darius ha venido en un par de ocasiones desde que le permití venir a verlos, Ash prefiere evitarlo, aunque con el cambio de actitud del mismo, puedo pensar que no le dirá nada a Kurt, pero no podemos estar seguras de ello, asi que seguiremos como vamos hasta ahora.
—Hola, mis cariñitos preciosos, ¿extrañaron a su tía? —Ash se inclina y ellos la abrazan durante varios segundos, lo que indica que si la han extrañado, aunque solo se han separado por unas horas, mi prima sonríe encantada.
—Se ha ido, lo bueno es que siempre anuncia su visita, así no habrá posibilidad de que te vea.
—Está bien, no podemos negarle que visite a los niños, que los quiera ya ha sido un milagro —se pone de pie y se sienta con ellos en la cama —, seguro no tardara en volver a Madrid y yo estoy ocupada últimamente, mi templo es el único lugar en el que puedo estar durante estos días, debo enviar la colección completa la próxima semana y tendré que hacer un viaje relámpago para ver las telas antes de comenzar la confección.
Nos quedamos un rato con ella mientras vuelve a su silla de trabajo y continúa diseñando.
—¿Qué tal el donante? —pregunta trazando una línea en el vestido que está diseñando.
—Me ha sorprendido, realmente está interesado en acercarse a ellos —miro a mis bebés.
—Es extraño —Ash me mira —por la forma en que terminaron las cosas y el hecho de que te hayan amenazado para que te deshagas del embarazo, llegué a pensar que no los querría —dice contrariada.
—Lo es, por ahora no quiero reflexionar en ello, solo observaré su comportamiento.
—Uuuu, lo observarás —dice riendo.
—No de esa forma, guarra —respondo lanzándole una almohada, los niños se emocionan y comenzamos una pequeña guerra de almohadas.
(***)
Ha pasado una semana desde que iniciaron las visitas de Nick y debo decir que lo intenta, intenta acercarse a los niños y ellos lo aceptan poco a poco, siendo honesta, debo decir que aún no me acostumbro a sus visitas.
Estoy preparándome para irme y permitir que Nick entre con los niños a la sala de cine de la casa, pero mi bebé me lo impide y no puedo negarme a Noah, no puedo negarme a lo que ellos pidan, haría lo que fuera por ellos, incluso compartir el espacio con Nick.
Durante la película Nick mira a Alana y parece encantado con ella, es algo que no podría creer si no lo viera.
Finalmente, la película termina y salimos a la sala, solo puedo ver la atención que Nick le brinda a mis bebés.
—¡Cedi! —gritan mis hijos y mi mirada va hacia la entrada donde entra mi prometido junto a su madre y abuela, no los esperaba.
Observó como Cedric se inclina y abraza a mis hijos que lo reciben encantados, mientras que Nick tensa su mandíbula.
—Princesa —camina a donde estoy con cada uno de mis hijos en brazos y se acerca para besar muy cerca de mis labios, cuando nos separamos, noto que Nick nos está mirando.
—Qué sorpresa —sonrío mirando a sus acompañantes.
—Mi madre y la abuela decidieron venir, apenas se enteraron de que vendría, querían darte la sorpresa —Explica Cedric y mira a Nick.
—Ya lo sabe —susurra y asiento.
—Alaia, cariño —Freja me abraza—, pero qué preciosos están los niños —dice después de abrazarme, se acerca para acariciar las mejillas de mis hijos.
Mi madre y Elise, quienes acaban de llegar, hablan con la abuela Thea.
—No quisimos esperar, decidimos venir a verlos apenas el avión aterrizó —La madre del rubio toma mi mano.
—Oh, creo que no nos han presentado —nota la presencia de Nick.
Nick
Las personas se saludan a mi alrededor, Presiono mis puños al ver que mis hijos reciben con tanto cariño a Cedric y el muy imbécil se regodea de ello, saluda a Alaia, se ven muy íntimos, inhalo profundamente, al alejarse de ella me mira con una sonrisa que solo me enfurece más.
Una de las mujeres que acompaña a Cedric se acerca a Alaia y la saluda, después se fija en mí, se ve exactamente igual que la madrastra de cenicienta, alguien nada agradable a mi parecer, mis hijos siguen en los brazos del rubio imbécil y me sobran ganas de arrebatárselos de los brazos y alejarlos de él, pero estoy seguro de que ese comportamiento asustaría a mis hijos y Alaia se enfurecería, sin contar que perdería todo lo que he hecho en estos días.
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