Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 1153

Solo entonces Charlotte se despertó, sintiéndose como si estuviera en un sueño. Empujó con fuerza a Zachary y retrocedió unos pasos, poniendo algo de distancia entre ellos.

“Eh… Eso es suficiente por hoy. Hasta luego…”.

Rápidamente se dio la vuelta tan pronto como dijo eso y salió corriendo por la puerta.

Zachary miró fijamente su figura mientras se alejaba corriendo, luego miró su dedo bien definido, que se había estado portando mal en la presencia de ella. Un destello malvado brilló en sus pupilas heladas.

Jebediah colocó a Lorraine en el coche.

Lorraine, cuyo corazón estaba hecho pedazos, se sentó ahí, sin mover un músculo. Sus ojos estaban apagados y sin vida, haciéndola parecer una muñeca sin alma.

Jebediah sentía como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón mientras miraba a Lorraine en este estado. Él pellizcó la mejilla de Lorraine de una manera reconfortante.

“Acepta la verdad, Lory. Tú y Zach han terminado. En realidad, esto no es exactamente algo malo. El corazón de Zach está con Charlotte. Incluso si te aferras a él por el resto de tu vida, es posible que nunca recuperes su corazón. Solo sufrirías para siempre”.

Los labios de Lorraine se movieron, pero se negaba a hablar.

Jebediah la miró cálidamente y luego continuó hablándole en voz baja. “Pero si te quedas conmigo, será diferente. Te complaceré, te consentiré, te amaré y te protegeré por el resto de tu vida. Además, vas a tener a mi bebé ahora… Lory, no hay nada bueno sobre ti en la mente de Zachary en este momento. Incluso si continúan su relación como marido y mujer, sería inútil. Una vez que te calmes, iré contigo para que puedas divorciarte de él. Luego, elegiremos un buen día para casarnos. Te prometo que una vez que te conviertas en mi esposa, te trataré como a una reina. Siempre te obedeceré y nunca iré en contra de tus deseos, ¿te parece?”.

Lorraine permaneció en silencio.

Jebediah no notó que su mano estaba temblando en ese momento.

Al ver que ella se negaba a responder, Jebediah dejó de hablar, le plantó un suave beso en la mejilla y le abrochó el cinturón de seguridad antes de sentarse en el asiento del conductor. Luego encendió el coche y condujo hacia las puertas del patio.

En ese momento, Lorraine metió su temblorosa mano derecha en el bolsillo y sacó un paquete de plástico azul.

El apuesto rostro de Jebediah brillaba con una pizca de felicidad.

“¿Qué?”. Jebediah frenó con fuerza como si lo hubiera electrocutado un rayo.

Se escuchó el chirrido ensordecedor de los frenos. Se formaron chispas en los neumáticos debido a la fricción en el suelo. El lujoso Lamborghini se detuvo de repente en medio de la calle.

Más de diez coches, que conducían detrás del coche de Jebediah, sufrieron una colisión.

“¡Oye, hijo de p*ta! ¿No sabes conducir?”.

“¿Quieres morir?”.

Los conductores salieron rápidamente de sus coches, señalaron a Jebediah y lo maldijeron.

Jebediah los ignoró. En cambio, miró dolorosamente el rostro exquisito pero pálido de Lorraine. “Te advertí que, si tocabas a nuestro hijo, te daría un destino peor que la muerte. Debes estar mintiéndome. Realmente no tomaste una pastilla abortiva, ¿o sí?”.