Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 1194

Charlotte y Coraline entraron en la Pesquería de Rothesay.

Como era de esperar, Zachary acababa de llamar al propietario. Tan pronto como entraron Charlotte y Coraline, el propietario llevó a tres gerentes y dos jefes de cocina a recibirlas.

El jefe gordo y de grandes orejas asintió y le hizo una reverencia a Charlotte mientras decía: “Jeje, la prometida del Señor Connor en realidad ha llegado a nuestra pequeña y humilde tienda para almorzar. Esto es un gran honor para nosotros. Señora Connor, creo que la habitación privada que reservó anteriormente no es apta para su posición. Así que le pedí a mi personal que desaloje nuestra habitación más cara, especialmente para usted. Señora Connor, Señorita, por favor vengan conmigo”.

Charlotte y Coraline intercambiaron miradas y luego siguieron en silencio al propietario adentro, compartiendo un entendimiento tácito.

“Oh, cierto, Señora Connor, le pedí a nuestra cocina que preparara los platos más exclusivos de nuestro menú, uno de cada uno. Su comida va por parte de la casa. Puede pedir lo que quiera, solo diga la palabra…”.

El propietario estaba decidido a ganarse el favor de Zachary, por lo que atendía a Charlotte como un perrito faldero.

Charlotte tampoco fue modesta al respecto. Ella sonrió y dijo: “Nos gustaría comer en paz. Estamos bien con cualquier cosa mientras no nos molesten”.

El dueño le sonrió.

“¡Entiendo! ¡Entiendo! Bueno, entonces, Señora Connor, disfrute su almuerzo con esta hermosa dama. Le garantizo que no las molestarán”.

Una vez que el dueño dijo eso, se llevó a los gerentes y cocineros y se fue.

Charlotte y Coraline disfrutaron de su comida hasta después de las 2:00 p.m.

Ella dejó a Coraline en casa y llamó a un taxi para recoger su coche en el Lago Creciente. Luego condujo su coche a casa.

¡No!

Hablando con más precisión, ¡el lugar al que se dirigía ya no era su hogar sino el de Garrison!

Anteriormente, le preocupaba que la policía la arrestara por agredir a Lorraine después de descubrir su identidad. Por lo que no había revelado su verdadera identidad.

Ahora, no tenía nada de qué preocuparse, ya no había necesidad de esconderse.