Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 191

Charlotte parpadeó. “Para salvarte, por supuesto”.

“Lo sé…”. Respondió el hombre apuesto, sus labios curvándose en una sonrisa.

“Ese vídeo era la clave para exponer a Tiffany Miller. Te pregunto, ¿valió la pena hacer eso por mí?”.

Charlotte vio la luz de repente. “Bueno, ha sido amable conmigo, Señor Connor. Además, no se habría lastimado si no fuera por mí, así que de ninguna manera lo habría dejado morir por mi venganza. No soy una sádica”.

'Señor Connor? ¿Por cuánto tiempo va a llamarme de esa manera?”.

El rostro de Zachary se hundió. “¿Eso es todo?”.

“¿Eh?”. Charlotte estaba asustada por la mirada amenazadora y el tono siniestro de Zachary. Luego, agregó con una sonrisa de autocrítica: “Aunque eres un pez frío, una persona aterradora, y no hay rastro de afecto entre nosotros, eres mi esposo legal. Como somos una familia, no hace falta decir que no te dejaré solo si algo te sucede”.

En el momento en que terminó de hablar, Charlotte se dio cuenta de que la expresión del rostro de Zachary se había vuelto aún más aterradora, y sus ojos parecían haberse convertido en dos vórtices negros sin fondo que podrían tragarla viva.

Charlotte sintió que se le enfriaba la sangre y solo quería alejarse de él. Sin embargo, su presencia y aura eran tan dominantes que sus pies estaban clavados al piso y se sentía como si se hubiera convertido en una estatua de hielo.

Sentándose un poco tiesa, se obligó a calmarse y miró a Zachary con una sonrisa rígida tirando de la comisura de sus labios.

“Está bien”. Zachary soltó una respuesta indiferente a través de sus labios delgados y luego cerró los ojos.

Se veía tranquilo en la superficie, pero en el fondo estaba decepcionado.

Estaba en el séptimo cielo cuando se enteró de que Charlotte había renunciado a la oportunidad de vengarse de Tiffany para salvarlo. Sin embargo, cuando ella dijo que la razón por la que lo había hecho era para devolverle el dinero y que no tenía ningún sentimiento por él, se sintió como si lo hubieran sumergido en un charco de agua helada que lo había congelado hasta la médula.

“Bueno, ya que estás despierto, creo que debería irme”.