Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 31

“Deja de soñar”, respondió Zachary, su voz inexpresiva mientras miraba con frialdad a la mujer frente a él.

“Yo habría hecho lo mismo por cualquier mujer que se hubiese convertido en mi esposa. No eres especial en absoluto”.

Los labios de Charlotte se curvaron en una sonrisa de autocrítica cuando dijo: “Ahórrate la saliva. Conozco mi lugar”.

¿Ella no era especial?

Cuanto más alto es el estatus de una persona, más se preocupa por su reputación. Ella había derrotado públicamente a Zachary dos veces y ganó dos apuestas. En otras palabras, ella lo había dejado en ridículo dos veces en público. Por lo tanto, era considerado una bendición de Dios que Zachary no le guardara rencor y que ella no fuera tan tonta como para pensar que merecía un lugar especial en su corazón.

Zachary no respondió, pero la examinó de arriba abajo con una mirada claramente despectiva. Entonces, él se dio la vuelta y se fue del baño.

Cerró la puerta de golpe trás él. Sus ojos negros, como joyas, estaban oscuros mientras escuchaba el sonido ondulante del agua que salía del baño.

'¡Demonios!'.

¿Charlotte no tenía piernas? ¿No sabía cómo caminar? ¿Por qué la tomaría en sus brazos como si estuviera poseído cuando la había visto acurrucarse en el sofá con lágrimas en los ojos?

'Ja… Charlotte Simmons. De hecho, eres la hija de una p*ta. ¡Por eso eres tan buena seduciendo a la gente!'.

Cuando Zachary regresó a la sala de estar, su mirada helada se apartó del grupo de guardaespaldas y de Víctor. Luego se quedó mirando al guardaespaldas que ayudó a Víctor a sujetar a Charlotte en el sofá.

“¿Qué quería hacerle Victor Rutherford a Charlotte?”.

Antes de que el guardaespaldas pudiera decir algo, Víctor intervino y dijo: “Señor Connor, solo estaba jugando con la Señorita Charlotte. Yo no…”.

“Cállate”, le ordenó Zachary forzosamente, haciendo que Víctor permaneciera en silencio de inmediato.

Él se dejó caer de nuevo en el sofá, sacó su celular e hizo una llamada.

“Busca a los dos hombres que trajiste para atormentar al Auditor Channings y encontrémonos en la Residencia Simmons en 10 minutos”.

Entonces, sin esperar a que la otra persona dijera algo, colgó.

Víctor sintió como si su corazón estuviera en su garganta. No sabía qué iba a hacer Zachary con él, pero escuchando que había usado la palabra “atormentar” en su llamada, podía imaginar que le esperaba una humillación a continuación.

En ese momento, él no podía hacer nada más que tumbarse en el suelo y esperar sumisamente como un cordero a ser sacrificado. Después de todo, independientemente de cómo Zachary fuera a saldar las cuentas, él estaba seguro de que las cosas solo se podrían aún peor si intentaba resistirse o escapar.

El grupo de guardaespaldas se quedó paralizado y rígido en su lugar mientras se miraban mutuamente.