Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 463

Cuando Charlotte recuperó el sentido, ella ya estaba en los brazos de Zachary.

No había expresión en el rostro de Zachary mientras caminaba por el pasillo con Charlotte en sus brazos.

Ella sabía que Zachary no la amaba en absoluto y que solo estaba cumpliendo con su deber como esposo. A pesar de que su pecho era duro y frío, ella se sentía tan cálida como si se hubiera caído en un jardín en medio del verano.

En el Distrito del Divino Santuario…

Annalita y Miranda estaban sentadas alrededor de una mesa.

La expresión de Annalita era sombría y el té que el Mayordomo Benson le había preparado se había enfriado. Ella amaba mucho el té, pero ni siquiera había bebido un sorbo.

Sin embargo, del otro lado, Miranda parecía encantada.

Hace una hora, Lorraine había llamado a Annalita y le había dicho que “Poopoo” era el hijo de ella y Zachary. Ella ya estaba furiosa por el comportamiento de Charlotte, y ahora que sabía que “Poopoo” era su nieto, la odiaba aún más.

'¡Nos divertiremos pronto!'.

Al mismo tiempo, un Bugatti Veyron negro se detuvo frente a la casa.

Los ojos de Miranda brillaron cuando vio a Zachary salir del coche.

Luego, un segundo después vio a Zachary caminar hacia el lado del copiloto. Con cuidado tomó a Charlotte en sus brazos y la llevó a la sala, haciendo que Miranda se frotara los ojos con incredulidad.

Annalita también se quedó sorprendida.

Después de que Zachary entró en la sala con Charlotte en sus brazos, Annalita volvió a su cara de póquer y dijo: “Bueno, bueno, bueno, qué sorpresa. He vivido más de 40 años y esta es la primera vez que veo a un hombre que carga a su esposa como un bebé después de saber que ella lo ha engañado”.

Zachary mantuvo su rostro inexpresivo y sus emociones eran ilegibles. Sin embargo, Charlotte se sintió tan avergonzada que sintió como si le ardiera la cara.

Miranda le enseñó el dedo del medio a Zachary y le dijo: “Hermano, estoy tan decepcionada de ti. Te compadecí mucho cuando fuiste engañado como un tonto por esa zorra, pero ahora lo veo. Ustedes dos son un caso típico de ‘un intercambio justo no es un robo’. ¡Te mereces su traición!”.