Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 786

“Dime, ¿por qué me traicionaste?”.

Una mano grande y fría estrangulaba con odio el cuello de Sotiria, la mano seguía apretando. Esos ojos que la miraban con furia parecían fríos, sombríos y sanguinarios.

“¿Por qué?”.

“¿Qué he hecho para ofenderte? ¿Por qué?”.

“¿Por qué?”.

“¡Aaaah!”. Sotiria se despertó gritando. Volvió a tener el mismo sueño.

En los últimos cuatro años más o menos, no podía ver claramente el rostro del hombre en su sueño. Solo sentía que el aura fría y poderosa del hombre la estaba asfixiando… Esta vez, podía ver claramente el rostro del hombre.

El rostro estaba tan frío como un glaciar, pero impecable como si Dios hubiera dedicado toda su energía para crearlo. Era el rostro de Zachary.

'¿Será que el hombre en mi sueño siempre ha sido Zachary?'.

'¡No! ¡Esto es imposible! Garrison me dijo que nunca me había encontrado con Zachary antes de perder la memoria. Ni siquiera había visto a Zachary antes de eso tampoco. ¿Cómo podría soñar con él una y otra vez?'.

'Debe ser Zachary. Él debe haber dejado una impresión extremadamente profunda en mi mente al arrebatarme mi primer beso ayer. ¡Esto debe haber causado que confundiera a la persona en mi sueño con él!'.

'¡Debe ser eso!'.

“Mami, es hora de desayunar”. Una diminuta cabeza se asomó por el espacio de la puerta entreabierta.

Al ver la carita delicada de Naomi, Sotiria no pudo evitar levantar las comisuras de sus labios.

“¡Ya voy!”.

Sotiria luego llevó a Naomi al jardín de infantes después de desayunar.

Alrededor de las 11:00 de la mañana, el celular en su bolsillo vibró.

Era de Rena, por lo que respondió.

Una voz suave y gentil vino del otro lado de la llamada inmediatamente. “Tiria, lo siento, acompañé a mi novio en un viaje a la Ciudad S hace unos días y me perdí tu ceremonia de compromiso. Acabo de regresar a Rothesay y quiero invitarte a almorzar hoy como compensación. ¿Te parece?”.

Sotiria sonrió complacientemente. “Sí, pero tienes que invitarme a una buena comida. De lo contrario, no cuenta”.

“Por supuesto, Tiria, eres mi mejor amiga. Puedes pedir lo que quieras comer”. La voz de Renata sonaba extremadamente suave por teléfono, pero sus ojos eran excepcionalmente desdeñosos.

'¡Ja! ¡Sotiria, esta estupida p*rra! Como el accidente automovilístico la hizo olvidar su pasado, continuaré acechándola como su “mejor amiga”… ¡Una vez que tenga la oportunidad perfecta, me aseguraré de que tenga una muerte miserable!'.