Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 825

Había una mujer alta y esbelta sentada en una mesa de comedor en el vídeo. Ella estaba mirando a su alrededor. Parecía que estaba esperando a alguien.

Sotiria reconoció de inmediato a esta mujer porque era su mejor amiga, Renata.

Al mismo tiempo, Sotiria también reconoció que el restaurante donde estaba Renata era el “Una Noche en Rothesay” al que Renata la había invitado a almorzar ayer.

En ese momento, el mesero colocó una bebida al lado de la mano de Renata. “El jugo de manzana que solicitó. ¿Necesita alguna otra bebida?”.

Renata agitó la mano con irritación: “No hay nada que requiera tu atención aquí. Déjame en paz a menos que pida tu servicio”.

El mesero frunció el ceño y se fue malhumorado.

Después de que el mesero se fuera, Renata miró a su alrededor y sacó una bolsa de papel de su bolso después de asegurarse de que no hubiera nadie cerca.

En los siguientes segundos, ella vertió el contenido de la bolsa de papel en el vaso de jugo de manzana lo más rápido que pudo, revolvió el jugo de manzana varias veces con la pajilla, arrugó la bolsa de papel y la arrojó en el bote de basura.

Mientras miraba esto a Sotiria se le ocurrió un presentimiento que creció y se extendió en su corazón como una corriente fría.

La propia Sotiria apareció en el vídeo poco después.

Lo que sucedió a continuación en el vídeo fue algo que Sotiria experimentó personalmente ayer. Cuando llegó a la mesa, Renata inmediatamente le pasó ese vaso de jugo de manzana. Ella se lo bebió todo de una sola vez… Entonces su estómago comenzó a sentirse mal…

“Esta es la bolsa de papel que Renata tiró a la basura. Conseguí que alguien revisara el polvo residual en él. Es un polvo con un efecto fuerte. Cualquiera que consuma el polvo se confundirá y se volverá lujurioso”.

Zachary colocó una bolsa de papel sobre la tableta.

Sotiria se quedó mirando la bolsa de papel por mucho tiempo, incapaz de recuperar el juicio.

“Tiria, ¿qué ha estado pasando recientemente? Quería invitarte a una buena comida ayer, pero se interrumpió de nuevo. Estoy a punto de enviarte un vídeo e invitarte a otra comida hoy. ¿Dónde estás? Almorcemos juntas hoy”.

La voz de Renata sonaba tan cálida y sincera como antes.

Sotiria sintió como si una espada le hubiera atravesado el corazón. Le tomó un tiempo calmarse y recuperar su voz. “Ahora estoy desocupada. ¿Dónde estás?”.

“Ah, ¿no necesitas pintar esta mañana? Genial. Estoy en casa. ¡Ven!”. Renata, quien estaba al otro lado de la llamada telefónica, pensó que Sotiria todavía confiaba en ella como lo hacía en el pasado. Por lo tanto, ella todavía estaba actuando apasionadamente.

La mano derecha helada de Sotiria sostenía el teléfono con fuerza mientras forzaba a pronunciar las sílabas pesadas con dificultad entre sus labios rojos.

“Espérame…”.