Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 851

“Así que, Señor Connor, por favor déjame ir. Consideraremos todo lo que sucedió en los últimos días como una broma pesada y lo superaremos. Deja de acosarme de ahora en adelante y ya no tendremos que vernos, ¿de acuerdo? Te lo ruego, ¿está bien?”.

Su voz, su tono y su mirada amable pero obstinada eran como una réplica de Charlotte.

En ese momento, Zachary sintió como si la mujer parada frente a él y diciendo estas palabras realmente fuera Charlotte.

Por lo tanto, cuando dijo la palabra “ruego”, el corazón frío y duro de Zachary se derritió. De hecho, sintió la necesidad de asentir y aceptar su solicitud.

Pero… mientras más se parecía a Charlotte, ¡menos quería separarse de ella!!

Como resultado, Zachary no solo se negó a obedecer, sino que sacudió la cabeza con decisión.

“Ya te lo dije, tu corazón es mío”.

Las piernas de Sotiria cedieron. Casi se derrumbó en el suelo de nuevo.

Ella no podía ocultarlo más. Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.

“¿Quieres que sea el hazmerreír, como antes?”.

“Al final del día, ser el hazmerreír es solo una cuestión de orgullo”. Zachary se puso de pie lentamente. Su cuerpo robusto se levantó contra los rayos dorados del sol.

“Ahora, ha habido rumores en Rothesay acerca de mí persiguiendo a una p*ta, una mujer casada. Pero no tengo miedo de convertirme en un hazmerreír. ¿Por qué te preocupas tú?”.

'¡Ay Dios mío! Me acabo de dar cuenta. ¡Llamé a Zachary Connor por su nombre!'.

Solo un pequeño número de personas tenía el descaro de llamar a Zachary, el mismo diablo, por su nombre. Cualquiera que no fuera cercano a él tenía que dirigirse respetuosamente a él como “Señor” o “Señor Connor”. De lo contrario, sería considerado una ofensa, lo que enfurecería al demonio en persona…

Además, ¡ella no estaba en condiciones de lidiar con el resultado de la intensa ira de Zachary!

Ella lo sabía muy bien…

Por lo tanto, siempre se dirigiría a Zachary como “Señor Connor”. Sin embargo, esta vez, parecía haber perdido la cabeza. Automáticamente lo había llamado por su nombre como si fuera un hábito innato.

“Lo siento…”. Sotiria se disculpó apresuradamente. Estaba tan asustada que incluso olvidó llorar. “Escuché que está prohibido llamarte por tu nombre. Fue mi error”.