Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 975

¡Clac!

La puerta se abrió y Virginia fue la primera en salir del coche. Se estaba abanicando la cara regordeta con un abanico cuando dijo: “Lizzy, ¿por qué demonios conduces así? Mi corazón casi saltó de mi garganta. Será mejor que dejemos a Marc conducir de regreso”.

Entonces Elizabeth salió del coche. Miró a Marco, que todavía estaba sentado en el asiento de pasajero, y dijo con poco entusiasmo: “De acuerdo, de acuerdo”.

Luego, Marco salió del coche también.

Virginia caminó hacia él con una sonrisa en su rostro y dijo: “¿Sabes qué, Marc? Lizzy se la pasa hablando sobre ti. Sé lo que ella siente por ti. Cuando supo que vendrías de compras con nosotras, se emocionó tanto que olvidó cómo conducir bien el coche. La próxima vez que quieras acercarte a ella, lo mejor es avisarle. No hagas un avance tan repentinamente”.

Marco le dio una sonrisa falsa mientras Elizabeth bajaba la cabeza avergonzada.

Virginia tiró del brazo de Marco y continuó. “Marc, sinceramente, creo que Lizzy y tú harían una buena pareja. Lo he discutido con tu padre, y él no está en contra. Si sientes algo por Lizzy, ve tras ella con valentía. Si ustedes dos pueden casarse, entonces será un final feliz. ¿No crees?”.

Marco luego respondió claramente: “Hasta que no tenga una carrera exitosa, no me enamoraré de una mujer”.

“¿Cómo puedes decir eso? Estás en la edad adecuada para el matrimonio, y debes esforzarte tanto en tu relación como en tu carrera…”.

Al escuchar la voz entusiasta de Virginia y mirar la expresión “amable” de su rostro, solo Dios sabía cuánta fuerza de voluntad tuvo que usar Sotiria para evitar sacar su pistola y dispararle a esa cara hipócrita.

Después de todo, no podía actuar precipitadamente en este momento.

Si lo hacía, sería sentenciada por asesinato. Podría ser ejecutada a tiros, y prácticamente moriría junto a Virginia. Cuando eso sucediera, no solo no podría limpiar su nombre, sino que Naomi también perdería a su madre.

Como tal, ¡tenía que mantener la calma!

Después de al menos una hora, Virginia, que llevaba pesadas bolsas de compras en una mano y las llaves del coche en la otra, se acercó a su coche mientras tarareaba una canción.

¡Clac!

Ella quería poner sus bolsas de compras en la fila del medio del coche. Justo cuando abrió la puerta, lo primero que le dio la bienvenida fue la punta de una pistola que desprendía un brillo frío.

“¡Ahh!”.

Ella dejó escapar un grito y las bolsas de la compra y las llaves del coche cayeron al suelo. Levantó los brazos en el aire y todo el color desapareció de su cara regordeta.

“Sotiria, Po… Podemos hablar de esto. Por favor… Por favor, no me mates…”.