Amor Adictivo de CEO romance Capítulo 990

En la Mansión del Jade Púrpura…

Cuando el guardia de seguridad vio que un taxi se acercaba, supo que el pasajero que venía a ver a la familia Green no era una persona rica. Por lo tanto, altivamente caminó hacia adelante.

“¿Quién está ahí? Bájate y déjame echar un vistazo”.

¡Clac!

La puerta del coche se abrió y Sotiria salió del coche. El guardia de seguridad inmediatamente encogió el cuello por la sorpresa. “Tú otra vez… ¿Qué estás haciendo aquí?”.

Sotiria levantó los labios con arrogancia.

“¿Qué? ¿Has olvidado cómo le di una patada a tu hermanito la última vez? ¿Vas a interponerte en mi camino otra vez?”.

El guardia de seguridad se tambaleó hacia atrás asustado. Su feo rostro se veía amargo cuando dijo: “Uff, tu patada fue ciertamente increíble, querida. No me atrevería a interponerme en tu camino otra vez. Tú consigues lo que quieres. A partir de ahora, puedes entrar y salir de la residencia Green cuando quieras. No volveré a interponerme en tu camino, incluso si tu padre me despide”.

Luego, él corrió a la sala de seguridad tan pronto como dijo eso.

Sotiria se rio entre dientes, sintiéndose complacida, y rápidamente caminó por la entrada.

Harvey estaba dando un paseo con Virginia en ese momento. Cuando vio a Sotiria, Harvey, que había estado charlando y riendo amistosamente con Virginia, inmediatamente se caldeó en llamas furiosas.

“¡Bah! ¡Rebelde engendra del mal! Mira lo que le has hecho a Vi. Ella estuvo a punto de sufrir un infarto y morir en el puente por tu culpa. Ni siquiera te he confrontado por eso, pero tuviste el descaro de mostrar tu cara aquí. ¿No crees que soy capaz de conseguir que te maten a golpes?”.

“¿Oh?”.

Sotiria se burló.

“Creo que tienes muchas ganas de matarme a golpes, pero ¿a quién vas a llamar? Ese guardia de seguridad tuyo se retira tan pronto como me ve. Está escondido en la sala de seguridad. Parece que no tiene las bolas para golpearme. Mi hermano ciertamente no te va a escuchar. Tú, viejo saco de huesos, eres el único hombre que queda en tu casa. Vamos entonces, ven a mí. ¡Atrévete!”.

“Tú…”.